El 27N nos dieron “muela y caída”

Al salir del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020, me llama un amigo con el que habitualmente debato sobre política y temas sociales. Sin dejarme relatar mucho lo ocurrido en la reunión, me dice que nos habían dado “muela y caída” por parte de la institución. 

A casi un año de aquel suceso, cuando analizamos el presente y los antecedentes sociales, a veces me recuerda sus palabras dichas aquel 28 de noviembre en la madrugada. Ahora, si en algún punto dudé de su observación, el tiempo y los hechos demostraron que mi amigo estaba claro del contexto. También entendí algo que me ha servido como herramienta en el ejercicio del periodismo: los fenómenos sociales y políticos deben ser analizados con cierto escepticismo y frialdad; aunque uno forme parte de ellos.

Después de mucho tiempo, volví a revisar la transcripción de la reunión en el MINCULT; repaso las palabras de los 32 miembros que participamos junto a los cinco funcionarios estatales. Ya alejado de aquel momento, comprendo que todo lo expresado por parte de los artistas presentes goza de una verdad legítima; pero peca de pasional. Muchas de las intervenciones acatadas en aquel espacio fueron denuncias de las arbitrariedades que esos funcionarios conocen a la perfección y se muestran desentendidos ante ellas, pues es la función que les toca.

La década de los años 90 en Cuba fue cuna de tres proyectos que para mí son fundamentales cuando se habla de cultura alternativa y arte independiente en esta etapa: Grupo 1, colectivo que fundó el Primer Festival de Rap; OMNI ZonaFranca, organizador del Festival “Poesía Sin Fin” en Alamar; y Matraka, quienes a finales de esa década comenzaron a realizar el festival Rotilla de música electrónica.

Estos tres proyectos, desde sus estéticas propias, fueron impulsores de corrientes del arte carentes de plataformas como lo eran el rap, el performance, la música electrónica, el cine independiente, entre otros. En distintos lapsos de tiempo, estos tres grupos fueron defenestrados de las instituciones y negadas las creaciones de sus miembros. Después, las instituciones culturales no fueron capaces de cubrir el vacío procurado por la falta de estos eventos, pues el objetivo institucional es demoler, aunque derribe árboles frutales.

Tanto Amaury Pacheco, fundador del grupo OMNI, como Michel Matos de Matraka, integraron la reunión del 27N. Ellos fueron la prueba vívida de la censura en épocas pasadas y —como miembros del Movimiento San Isidro—  de cómo esa censura aumentó sus niveles de violencia. Además, se encontraban presentes las artistas Sandra Ceballos y Tania Bruguera, con experiencias de años batallando contra la censura institucional.

Cada uno de estos nombres, sus proyectos e interacción con las instituciones, son la evidencia de la negativa gubernamental a dar espacios y voz a lo diferente. Abordar esa reunión con el espíritu de intentar que los funcionarios pudiesen comprender y recapacitar, es como no tener en cuenta todo lo ocurrido hasta el momento. 

Irnos con promesas del viceministro Fernando Rojas, pensando que estos funcionarios cumplirían su palabra, fue darle un voto de confianza absurda al Estado. Con esa reunión, el Gobierno logró el objetivo de dispersar en el momento el cúmulo de personas frente a su institución y aumentó el hostigamiento a los artistas y activistas que estuvieron ligados estrechamente a ese fenómeno. 

Lo que se conformó como grupo 27N, para hacer frente a todo el descrédito gubernamental y exigir reformas, perdió la conexión con las más de trescientas personas que estuvimos presentes ese día. Eso generó que el 27N se fuera fragmentando más y perdiera poder de convocatoria entre la ciudadanía e, incluso, el gremio del arte.

Más que una victoria de la sociedad civil o la comunidad artística, el 27N debe ser visto como una experiencia a tener en cuenta para no repetir. Al punto que hemos llegado, un diálogo con el sistema, donde el poder no ceda algo en concreto, como dice mi amigo, es “muela y caída”. 

Para lograr arrebatar esas sediciones, la sociedad civil debe lograr más organización a nivel de estructuras y estrategias. Debe prepararse para que estos fenómenos no les tomen de sorpresa, como generalmente ha ocurrido. De lo contrario, cada uno de estos sucesos, en el cual cuenta el reciente 11J, no será más que otro punto de escalada en una gráfica. Un pico incapaz de sostenerse en el tiempo, obligado a descender; dejando al poder tomar el control de las situaciones y a la ciudadanía en espera de un próximo estallido.


* Este texto forma parte del dosier ‘La revolución de los derechos’, el cual da título a la plataforma de igual nombre. ‘La revolución de los derechos’ es una iniciativa de Article 19 e Hypermedia Magazine.


© Imagen de portada: Julio Llópiz Casal, para el dosier ‘La revolución de los derechos’.




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Revolución hipostasiada

Julio Lorente

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