El canto de Kairós

¿Por qué las cosas suceden cuando suceden? «Momento adecuado» o «decisivo», «oportunidad», incluso «destino… Con los significados del término griego kairós, es posible tejer una red de alusiones para atrapar a un Tiempo cualitativo, transversal. En la mitología, Kairós sería el hijo menor de Zeus y Tyché, la Fortuna, y nieto, por lo tanto, de Cronos, tiempo cuantitativo, a quien no conoció. Lleva en la mano una balanza inclinada, porque el equilibrio no es precisamente su fuerte. También se lo representa calvo o con un solo mechón en la parte delantera de la cabeza («a la oportunidad la pintan calva», seguro han escuchado) y los pies alados, como Hermes, con quien suele asociarse. 

Regía la entrada o salida favorable de los barcos o de los hombres a un estadio, y de ahí sus implicaciones mayores, que llegaron a convertirlo en divinidad mortuoria: al mismo tiempo, justeza y justicia. Equivocar el momento justo de algo puede tener consecuencias devastadoras; acertar, es garantía de felicidad. Pero el kairós, por naturaleza, resulta impredecible. Lo más importante siempre nos toma por sorpresa. Para Deleuze, es «un Momento-lugar único e irrepetible que no es presente sino siempre está por llegar y siempre ya ha pasado, que nos sobrevuela». Para Salvador Paniker, que, inducido por su esposa Núria Pompeia, lo usó como nombre de su editorial, es simplemente la «buena suerte», el golpe de fortuna que puede cambiar toda la vida.

Descubrí este poema de Tada Chimako (una de las grandes poetas contemporáneas de Japón, lamentablemente inédita en español) en una antología de la poeta catalana Felicia Fuster. Chimako lo incluyó en su primer libro, Hanabi, Fuegos de artificio: un prodigio. No paré hasta encontrar el original, que he traducido con la ayuda de Megumi Kubo.

El canto de Kairós

Con la mirada fija, mordiéndome los labios,
atravieso
el universo inmutable.

Nadie me ve acercarme.
Con mis largos mechones sueltos al viento,
soy la rapidez.

Más bien, una distancia que desvía.
Sólo después que paso, todos me notan
y desde atrás me llaman.

Nunca me doy la vuelta,
no detengo mi pie
por ningún ruego.

Piensan que en mi carrera
no hallaré obstáculos.
Pero me asombra mi propia piedad.

Acelero, me voy,
evocando sólo remordimientos
en medio del universo.

Pero el hombre no sabe
que yo, esa a la que llaman Buena Suerte,
soy un remordimiento en fuga.


カイロスの唄

眼をすえ 唇をかみしめ
わたしは通りすぎる
不動の万象の間を

たれもわたしの近づくのを知らない
長い髪をなびかせて
わたしはひとつの速さである

むしろひとつのずれてゆく距離である 過ぎ去ったあとで人はわたしに心づき うしろからよびかけてくる わたしはふりむかない わたしは足をとどめない いかなる哀切の呼び声にも決して 人は思う 

このすばやいあゆみには つまづきがないのであると わたしはしかし私のあわれみ深さに愕然とする 足をはやめてわたしは過ぎる 万象のなかに 悔恨だけをよび起しながら けれども人は知らない 好運

足をはやめてわたしは過ぎる
万象のなかに
悔恨だけをよび起しながら

けれども人は知らない
好運(カイロス)の名あるわたし自身が
ひとつのはしりゆく悔恨であるのを






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