Carta II (en realidad son once cartas para la misma persona)

I

Mi querida hermana Caqui:

El 28 de enero fue tu cumpleaños.



II

Mi querida hermana Caqui: 

Me gustaría que esta carta estuviera escrita a máquina porque, esencialmente, las teclas tras ser tecleadas en la máquina de escribir juegan con la posibilidad aparentemente arbitraria de estar lejos o estar cerca. Cuando escribo en el ordenador, yo decido cuán unidas van las letras. 

Yo  soy  capaz  de  decidir  si  las  letras ,  si  las  palabras  se  juntan  o  se  separan .

Pero en la máquina de escribir, es ella quien decide si las palabras o las letras estarán o no cerca. Si estarán montadas algunas letras o no. No puedo controlarlo. Puedo tachar, puedo rehacer, pero es difícil que pueda controlar esa particularidad que tienen las máquinas de escribir. 

Al parecer nuestra historia, Caqui, está escrita a máquina de escribir. Se ha vuelto imposible decidir cuándo poder estar cerca y cuándo poder estar lejos. Se ha vuelto completamente impredecible encontrar cierto patrón bajo el cual tengas tú o tenga yo la oportunidad de decidir. O por lo menos, en los últimos siete años, se ha vuelto impredecible que tengas tú o tenga yo la oportunidad de decidir cuándo nos encontraremos. 

Incluso así, en la fatídica experiencia de la separación, aun así te amo. Te amo siempre. Porque en mi genealogía estás tú. En mi existencia estás tú. 



III

Mi querida hermana Caqui: 

Hace mucho tiempo dejé de sentirme triste. En México he aprendido que o se vive con miedo o se vive en la tristeza. Yo he decidido vivir con miedo porque decir tengo miedo no es tan difícil como decir estoy triste. O, por lo menos, en México es más común decir tengo miedo que decir estoy triste. Cuando le dices a alguien “tengo miedo”, rápidamente te pregunta, porque de antemano sabe que hay muchas razones para tener miedo: el narco, la violencia, los feminicidios, los asaltos, la precariedad salarial, el presidente, las carreteras estrechísimas para llegar a las playas de Oaxaca, por ejemplo. Entonces, el tener miedo se vuelve parte del imaginario colectivo. Está bien tener miedo porque todos tenemos miedo y por lo mismo deja de ser un sentimiento profundo, deja de ser un sentimiento íntimo. Las noticias en México están estructuradas para que temas.

Pero cuando le dices a alguien “estoy triste”, las cosas cambian. Se vuelve una frase incómoda en la cual nadie quiere detenerse. Es similar a cuando menciono la palabra cáncer o similar a cuando menciono la palabra leucemia. Una amiga muy querida me decía que lo mismo le ocurría cada vez que nombraba que su hermana era Síndrome Down. La gente (en general) hace como que escucha, pero no lo hace. Dejan un espacio extremadamente grande entre cada palabra que compone la frase, entre cada letra que compone la frase. Entonces, por lo mismo, me siento más cómoda en el miedo que en la tristeza. Esta última, continúa siendo algo difícil de decir.

No sé cómo sea en dónde estás tú. No sé qué has decidido tú: si temer o entristecerte.



IV

Mi querida hermana Caqui: 

Recuerdo que cuando tenía 15 años me dijiste que era preferible no hablar de los problemas porque, mientras más los hablara, más presente estaría en nuestra consciencia y más permanecería y más problemático sería. Sería como una especie de loop. Esa es una de las mayores enseñanzas que me has dado. Porque hay problemas que son irresolubles. Por ello, es preferible no hablarlos, no expresarlos tanto. Mejor guardarlos, mejor contenerlos, mejor sufrirlos un poco en silencio porque de otra manera no saldríamos del loop de los problemas irresolubles. Y eso, también, es un problema. Un problema grave. Podría uno suicidarse por ese problema.



V

Mi querida hermana Caqui: 

Nunca te pregunté si te pusiste muy triste cuando dejaste a tu gata en el mercado. ¿En qué año fue? ¿En el 2014 o en el 2013? Sé que era una decisión que tenías que tomar. Sé también que sabías que tu gata estaría bien cuidada ahí, pero igual imagino que fue duro. Imagino, porque sabes que ni me caía bien la gata ni me cae bien ningún animal (a excepción de las ballenas). ¿Qué habrá sido de esa gata? ¿Estará viva? ¿Estará muerta? ¿Cuánto viven los gatos?



VI

Mi querida hermana Caqui: 

Tu cumpleaños no solo se festejaba como tu cumpleaños. También es (era) un día después (hoy) que el de Raphael, lo cual significa (significaba) dos días de fiesta: el flan de coco, la carne al horno, la ensalada con manzanas-pasta-atún, el vino, las cervezas, el pastel selva negra, los cigarros. Llegaban las doce de la madrugada y qué bien se sentía saber que continuaríamos celebrando. Estábamos tan contentos los tres, estábamos tan plenos los tres. Y lo mejor es que estábamos conscientes de nuestra plenitud en ese instante. Qué rico es estar consciente, al menos a veces, de los momentos de felicidad. Quisiera tanto que volviéramos a celebrar los tres…    



VII

Mi querida hermana Caqui: 

Otra cosa relacionada con tu cumpleaños: también coincide (coincidía) con el de José Martí. Quizás por esa coincidencia (y a pesar de admirarlo) nunca apenas hablamos sobre Martí, porque sería compartir tu nacimiento con alguien más. Pero ahora he tenido que hablar mucho sobre José Martí en algunos de los cursos que imparto y ahora, cada vez que lo menciono, pienso en ti. Pienso profundamente en ti. Algún día se lo contaré a mis estudiantes. Alguna vez te lo diré a ti directamente. Pero es que me he vuelto tan arisca, Caqui. Me he vuelto tan arisca en el fondo, tan incapaz de expresar algún tipo de sentimiento profundo. Debe ser por eso de evadir la tristeza.



VIII

Mi querida hermana Caqui: 

Creo que nunca te he agradecido lo suficiente. Gracias por encerrarme en tu casa a estudiar. Gracias por enseñarme a existir a través de los libros. Sin eso, difícilmente hubiese entrado a estudiar filosofía y qué desperdicio hubiese sido mi vida, Caqui. Qué perdida hubiese estado en el mundo si no hubiese estudiado filosofía. Hay tantas otras cosas por las cuales te agradezco, pero ese encierro, Caqui, ese encierro simboliza muchísimo. Ese encierro fue un abrazo, ese encierro fue aprender a tener fe, ese encierro fue respirarte, comerte. Antropofagia.  



IX

Mi querida hermana Caqui: 

Llevo un mes pidiéndote que me envíes tus poemas y tus textos. Mira que eres pesada. Me dices bobota y nos ponemos a hablar de otras cosas. Prácticamente ya te leo cuando publicas alguno. Pero es que quiero leerlos todos de un tajo. Quizás, intentar ayudarte a hacer un poemario, aunque tú tienes más facultades que yo para armar un libro. Tú eres editora; tú armas libros. Yo no. Yo le temo a la edición. Ya mándame tus poemas. Quiero leerte. 



X

Mi querida hermana Caqui: 

A pesar de esta fatídica lejanía y a pesar de ese halo de oscuridad por el que estamos pasando juntas y separadas a la vez, a pesar de eso y también por eso, te deseo un feliz cumpleaños. Te deseo mucha salud y te deseo mucha salud y te deseo mucha salud. Ya solo puedo desear salud. 



XI

Mi querida hermana Caqui: 

Ojalá, por casualidad, leas este “Pinky Filosofía” sorpresa en algún momento y te encuentres con mis once cartas para ti, razón de mi vida. 



© Imagen de portada: Wilhelm Gunkel.




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Carta I: ¿Qué sentido tiene tomar agua?

Amanda Rosa Pérez Morales

Conozco a una persona adicta al agua. Esa persona adicta al agua puede tomar más de siete litros al día. Esa persona adicta al agua es una persona vacía. Es una persona que no sabe a nada.






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