Tres versiones de Brodsky

I.

Fue el primero que leí de él, en un lejano 1988. También el primero suyo que traduje, al regresar de la Unión Soviética, con la ayuda de mi buen amigo, el novelista y traductor José Manuel Prieto. (Esas versiones, por si alguien quiere dejar constancia, fueron las primeras de Brodsky publicadas en Cuba: en el primer número del suplemento Naranja Dulce).

Así que este poema me acompaña desde hace exactamente 30 años. Me lo sé de memoria, he hecho no sé cuántas versiones. Y por ese extraño poder profético de la poesía, ha jugado cierto papel en mi vida (un tema personal que tal vez se entienda mejor en uno de los poemas incluido en mi libro Muda, donde rindo explícito homenaje a la imagen de Ulises entrampado por Palámedes, reteniendo el arado de los toros para no hacerle daño a su hijo).

Es un poema que trata sobre la sobrevivencia de la idea del padre, más allá de la figura del padre ausente. Y tiene, por supuesto, hondas resonancias biográficas: Brodsky se fue de Rusia, a donde nunca volvió, dejando atrás a una mujer —su gran amor, Marina Basmánova— embarazada, y tuvo con ese hijo, Andréi, una relación cariñosa y distante, al mismo tiempo. (En los 90 finalmente lo invitó a Nueva York y pudo verlo).

La historia no termina aquí: al parecer, otra amante eventual de Brodsky también tuvo un hijo suyo y nunca se lo dijo… Como tantas otras veces, la vida imita al arte.

DE ODISEO A TELÉMACO

Telémaco mío,

…………………… la guerra de Troya

terminó. Quién venció, no recuerdo.

Debieron ser los griegos: nadie más

puede dejar en tierra extraña tantos muertos…

De todos modos, el camino al hogar

ha resultado demasiado largo,

como si Poseidón, mientras allá nosotros

perdíamos el tiempo, dilatara el espacio.

Ya no sé dónde estoy ni qué hay enfrente,

una isla sucia, al parecer, arbustos, construcciones,

el gruñir de los cerdos, un jardín desolado, alguna reina,

yerbajos entre piedras… Mi querido Telémaco,

todas las islas acaban pareciéndose

después que viajas durante tanto tiempo:

nuestro cerebro pierde la cuenta de las olas,

el ojo llora, turbio de horizonte,

y una acuática carne nos obstruye el oído.

Ya no recuerdo cómo se terminó la guerra,

y cuántos años tienes, tampoco lo recuerdo.

Hazte grande, Telémaco, crece.

Solo los dioses saben si volvamos a vernos.

Ya no eres aquel niño

ante el cual yo retuve los toros.

De no ser por Palámedes estaríamos juntos.

Pero tal vez así es mejor: sin mí

estás a salvo de edípicas pasiones

y tus sueños están libres de pecado.

.

ОДИССЕЙ ТЕЛЕМАКУ

Мой Tелемак,

…………………….Tроянская война

окончена. Кто победил – не помню.

Должно быть, греки: столько мертвецов

вне дома бросить могут только греки…

И все-таки ведущая домой

дорога оказалась слишком длинной,

как будто Посейдон, пока мы там

теряли время, растянул пространство.

Мне неизвестно, где я нахожусь,

что предо мной. Какой-то грязный остров,

кусты, постройки, хрюканье свиней,

заросший сад, какая-то царица,

трава да камни… Милый Телемак,

все острова похожи друг на друга,

когда так долго странствуешь; и мозг

уже сбивается, считая волны,

глаз, засоренный горизонтом, плачет,

и водяное мясо застит слух.

Не помню я, чем кончилась война,

и сколько лет тебе сейчас, не помню.

Расти большой, мой Телемак, расти.

Лишь боги знают, свидимся ли снова.

Ты и сейчас уже не тот младенец,

перед которым я сдержал быков.

Когда б не Паламед, мы жили вместе.

Но может быть и прав он: без меня

ты от страстей Эдиповых избавлен,

и сны твои, мой Телемак, безгрешны.

* Una digresión que viene al caso. Mi versión se da el lujo de ser bastante literal puesto que el original es un poema en verso libre, aunque con ciertas aliteraciones internas.

Lo de la водяное мясо, “acuática carne” (o más literalmente, la carne o masa de las aguas) que obstruye los oídos es una antigua metáfora griega. Me atormentó durante años, pero la reencontré hace poco en un raro poema en inglés del poeta japonés Junzaburô Nishiwaki, “Ode to the vase”, que en los años 30 del siglo pasado sufrió una especie de “fiebre mediterránea”, y viajó a Italia y Grecia, y escribió curiosos poemas de “tema griego”. Nishiwaki es un personaje interesante, del que hablaré otro día. Lo importante aquí es este poema donde asume (“impersona”, que me gusta más, aún no está aceptado por la RAE) la voz de uno de los participantes en la procesión funeraria de Temístocles, mientras clama por “the glory and luxury be/ in my ear a humid, cumbrous, fundamental, profitable sea!”.

Me llamó la atención, averigüé, y supe que cuando aquellos primeros poetas epigramáticos de las islas querían hablar de algo que rodeaba y saturaba por completo, usaban la metáfora de alguien sumergido bajo el agua, el mar presionando el tímpano.

Es tan bueno eso que, por supuesto, me lo “apropié” en una versión “a lo Pound” (traducción libre cubana de un poema escrito por un japonés directamente en inglés a partir de un poema griego) que hice del poema, jugando con un trío de esdrújulas:

ODA A UN VASO GRIEGO (SEGÚN JUNZABURÔ NISHIWAKI)

Tocado con guirnalda de caléndulas,

ondulo con mis rizos en la procesión

fúnebre de Temístocles:

¡que la gloria y el lujo

sean un mar en mi oído!

Como no soy tan culto como Brodsky, fue no hace mucho que me di cuenta de que esa “carne acuática”, que según él limita los sentidos del exiliado, alude también a la función de la poesía y a cómo te “engolosina” el oído (se ha hecho notar que Homero, bardo ciego, tenía un oído especial para escribir sus hexámetros imitando el rumor de las olas, de ese mar cerca del cual vivía).

Moraleja: igual que el horizonte perpetuo del Ulises viajero enturbia la vista al hacernos lagrimear, ciertos sonidos de la lengua natal pueden actuar como un tapón subacuático que impide escuchar la prosa del mundo.

II.

Sencillamente, uno de los más hermosos poemas de amor que se hayan escrito en ruso. Espero que la traducción (en endecasílabos, aunque sin las rimas del original) no desmerezca del todo. (Tiene, por cierto, una de las imágenes eróticas más insólitas y atrayentes que yo haya leído: esa alusión a una pareja que hace el amor como la «bestia de doble espalda»).

AMOR

Me levanté dos veces esta noche,
me acerqué a la ventana, las farolas
eran los trozos de algo dicho en sueños,
reducidos a nada, reticencias
incapaces de darme algún consuelo.

Te soñé embarazada, ¡cosa rara!,
hace tanto que ya no estamos juntos,
y me sentí culpable, y con mis manos
que tocaban tu vientre alegremente
en realidad subí mis pantalones

y algún interruptor. En la ventana
me di cuenta que te dejaba sola,
en lo oscuro, en el sueño, y con paciencia
esperabas sin ganas de reproche
a que yo regresara tras aquella

ruptura intencional. Porque en lo oscuro
prosigue eso que interrumpió la luz.
Allá estamos casados y benditos,
somos la bestia de la doble espalda,
los hijos justifican el desnudo.

En alguna otra noche del futuro,
regresarás de nuevo, más cansada,
delgada, y voy a ver al niño o niña
aún sin nombre –aunque ya para entonces
no buscaré ningún interruptor,

ni alargaré la mano pues no tengo
derecho a mantenerlos entre sombras
silenciosas tras la cerca del día,
tan dependientes de esa realidad

a la que le resulto inaccesible.

.

ЛЮБОВЬ

Я дважды пробуждался этой ночью
и брел к окну, и фонари в окне,
обрывок фразы, сказанной во сне,
сводя на нет, подобно многоточью,
не приносили утешенья мне.

Ты снилась мне беременной, и вот,
проживши столько лет с тобой в разлуке,
я чувствовал вину свою, и руки,
ощупывая с радостью живот,
на практике нашаривали брюки

и выключатель. И бредя к окну,
я знал, что оставлял тебя одну
там, в темноте, во сне, где терпеливо
ждала ты, и не ставила в вину,
когда я возвращался, перерыва

умышленного. Ибо в темноте —
там длится то, что сорвалось при свете.
Мы там женаты, венчаны, мы те
двуспинные чудовища, и дети
лишь оправданье нашей наготе.

В какую-нибудь будущую ночь
ты вновь придешь усталая, худая,
и я увижу сына или дочь,
еще никак не названных,— тогда я
не дернусь к выключателю и прочь

руки не протяну уже, не вправе
оставить вас в том царствии теней,
безмолвных, перед изгородью дней,
впадающих в зависимость от яви,

с моей недосягаемостью в ней.

III.

Uno de los poemas más famosos de Brodsky. Para algunos es un poema de amor dedicado a la Basmánova, eterna musa. Para otros, un poema místico. Tal vez, al final, esos dos extremos no estén tan distantes. Le hicieron muchas veces la pregunta por su religiosidad. La respondió también muchas veces, diciendo que no se consideraba un verdadero creyente. A veces creía, a veces no. ¿Se puede ser un poeta místico sin profesar una fe sistemática? ¿Cuál es la tarea del poeta: la fe o la duda? En pocos poetas contemporáneos hay tantas evidencias de religiosidad como en Brodsky. Para él, y basta escucharlo leer, la poesía tiene siempre algo de plegaria.

Los que sepan ruso podrán apreciar mejor el tour de force de mi versión: mantener la regularidad del acento en la sexta sílaba y sustituir la rima abba de cada estrofa del original con una rima consonante parcial (abcb) —sin desviarme del sentido original.

YO ERA APENAS AQUELLO…

Yo era apenas aquello

que tu mano tocaba,

donde en la densa noche

tu frente reclinabas.

Yo era apenas aquello

que abajo discernías,

algún vago semblante

que al fin reconocías.

Tú, que ardiente creaste,

al susurrar, la nuestra

caracola que escucha

a diestra y a siniestra.

Fuiste tú quien en la húmeda

cavidad de la boca

colocaste la voz

que ahora aquí te convoca.

Yo era apenas un ciego,

tú surgiste, escondido,

y me diste la vista.

Rastro en lo conocido.

Así se hacen los mundos,

y después de creados

se los deja girando:

regalo abandonado.

Es así que entre sombras

o luz, calor o frío,

nuestro globo da vueltas

en un orbe vacío.

.

Я БЫЛ ТОЛЬКО ТЕМ, ЧЕГО…

Я был только тем, чего

ты касалась ладонью,

над чем в глухую, воронью

ночь склоняла чело.

Я был лишь тем, что ты

там, внизу, различала:

смутный облик сначала,

много позже – черты.

Это ты, горяча,

ошую, одесную

раковину ушную

мне творила, шепча.

Это ты, теребя

штору, в сырую полость

рта вложила мне голос,

окликавший тебя.

Я был попросту слеп.

Ты, возникая, прячась,

даровала мне зрячесть.

Так оставляют след.

Так творятся миры.

Так, сотворив их, часто

оставляют вращаться,

расточая дары.

Так, бросаем то в жар,

то в холод, то в свет, то в темень,

в мирозданьи потерян,

кружится шар.

.

* El próximo mes de mayo, la editorial de poesía Kriller71 presentará en Barcelona la antología de Brodsky El explorador polar, con versiones (del ruso) de Ernesto Hernández Busto y Ezequiel Zaidenwerg (del inglés).

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5 Comentarios
  1. ¿Por qué al primer poema, le quitas lo mejor: el ‘мой Телемак’ del verso final, acaso, te molesta esa ternura en un hombre hacia su hijo?

  2. Gracias, Ernesto, por este intenso, hermoso regalo dominical. Ahora mismo me dispongo a releer los tres poemas. Y traducciones directas de la lengua original, como me parece que debe de ser, salvo que la versión esté firmada por un Pound o un Paz.., cuando nos interesa tanto el original como el libre juego que realiza el «intérprete».

  3. comparando tu traducción con el trabajo de Tatiana Zentsova y Bernardo Subercaseaux, y con la versión de Ricardo San Vicente; se aprecia el obstinado escalpelo de tu reconstrucción poética…

    Yo era solo aquello



    Yo era solo aquello
    que palpabas con tu mano
    sobre quien en la noche sorda
    inclinabas tu rostro.

    Yo era solo aquello
    que tu prefigurabas:
    primero un contorno
    y luego una silueta.

    Eras tu la que
    murmurando
    en mi oreja con calor
    me fuistes creando.

    Eras tu la que
    sacudiendo velos
    en mi boca húmeda
    me entregabas la voz
    con que te podía llamar.

    Yo era simplemente ciego,
    surgiendo y escondiéndote tu me
    regalastes la vista,
    de esa manera se dejan huellas.

    Así se crea el universo,
    así después de crearlo,
    se lo abandona y se lo deja girar
    desperdiciando lo regalado.

    Así
    arrojados en el ardor y en el frío,
    en la luz y en la oscuridad,
    así gira el globo terráqueo.

    Traducción de Tatiana Zentsova y Bernardo Subercaseaux

    Yo no era más que aquello que tú…
    A.M.B.

    
Yo no era más que aquello que tú

    con la mano acariciabas,

    allí donde en noche de pavor,

    cerrada, la frente reclinabas.


    
Yo no era más que aquello que tú

    distinguías allá, abajo:

    primero, solamente imagen vaga,

    mucho después, también los rasgos.



    Tú fuiste quien, ardiendo,

    creaste en un susurro
l
    as conchas de mi oído,

    el diestro y el siniestro.



    Tú quien, meciendo la cortina

    en el mojado cuenco de la boca,
    
me plantaste la voz

    que te llamaba a gritos.



    Yo estaba ciego, simplemente.

    Y tú, escondida, brotando,

    me obsequiabas el don de ver.

    Así es como se deja rastro.



    Así es como se engendran mundos.

    Así, a menudo, tras crearlos,
l
    os dejan dando vueltas

    los dones dilapidando.

    Así, ora al fuego lanzado,

    ora al frío, ya a la luz, ya a lo oscuro,

    perdido en la creación del mundo,

    el globo va girando.

    1981
    De «No vendrá el diluvio tras nosotros» (Antología 1960-1996)
    Versión de Ricardo San Vicente

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