Samuel Riera: “No hay un método para el ‘art brut’”

El arte como manía, bien lo sabe el artista cubano Samuel Riera, no genera obediencia, filiación, ni complacencias, sino conciencia y poesía pura. ¿Somos capaces de la creación libre? Al menos nos atrevemos y cada vez mejor. Estoy agradecida por mis visitas a Riera Studio, donde terminé convencida de que ocuparse obliga y de que yo misma soy una maníaca artista. Comparto nuestro diálogo con los lectores de Hypermedia Magazine.  


Imagino que la pregunta sobre el art brut sea recurrente en tu trabajo y que, por tanto, hayas tenido que definirlo de muchas maneras y muchas veces. Por esta misma razón, quisiera preguntarte una vez más, ¿qué es el art brut y cómo entra en la biografía de Samuel Riera? 

Art brut (arte bruto) es un término creado por el artista moderno e informalista Jean Dubuffet en la posguerra de la década de 1940. No es difícil imaginar el contexto: Europa arrasada por los bombardeos; una realidad social y psicológica compleja que permitía develar un entorno existente, en principio, solo dentro de los hospitales psiquiátricos. El criterio de Dubuffet sobre el art brut y su definición tardó unos años, llevándolo a una investigación exhaustiva que fue ampliando y categorizando varias corrientes dentro del mismo concepto.

El art brut son creaciones singulares realizadas por personas que, desde su realidad, escapan de las normas imperantes y estructuras sociales. Generalmente, estos creadores padecen de algún tipo de enfermedad mental o aislamiento social, lo cual condiciona su realidad creativa. Este aislamiento les permite separarse de las influencias que puedan relacionarlos directamente al arte, por lo que la necesidad de crear está dada solo por un impulso emocional o personal. En algunos casos se incluyen individuos denominados visionarios/videntes/médiums/espiritistas que, marcados por sucesos o experiencias personales, mantienen una comunicación extrasensorial o espiritual a través de procesos creativos; así como también personas que expresan en forma de dibujos, manuscritos u otro tipo de creación sus creencias o vivencias a partir de la comunicación con seres extraterrestres. 


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Samuel Riera por Derbis Campos.


También se hace referencia como art brut a creaciones particularmente singulares, fruto de vivencias prolongadas bajo condiciones de aislamiento social y estrés psicológico, como las personas en prisión. No obstante, es posible identificar como art brut a creadores sin ninguna condicionante de discapacidad mental o aislamiento social, pero que realizan su proceso creativo de manera única y desconectada de las normas y estéticas imperantes en el arte contemporáneo; incluso habiendo estado algunos de ellos en relación, ya bien sea familiar o personal, con carreras y procesos creativos. 

Ahora, ¿cómo encajar todo esto en mi realidad?

Siempre he sido un observador de mi propio tiempo, valorando las diferentes propuestas que la vida me ha brindado. Como artista y profesor de arte nunca procuré seguir una corriente imperante que impulsara mi carrera. Preferí establecer mi propio rumbo, por lo que siempre me mantuve a contracorriente, sin pretender definir ese modelo de vida en el arte. 

Mantenerme aislado, sin estarlo, acentuó mi observación sobre otras realidades poco vistas dentro de nuestro contexto social-artístico y comprendí diferentes fenómenos sociales y modos discriminadamente categorizados como subculturales, marginados y subvalorados por una élite artística imperante y el sistema institucionalizado del arte y la cultura en nuestro país. 

Mi visión y perspectiva visual frente al arte tomó entonces otro curso. Por un tiempo me impuse un modelo de aislamiento con relación al arte en Cuba, buscando nuevas preocupaciones fuera del propio arte establecido que permitiese limpiar cualquier contenido estudiado o impuesto por los propios críticos. Uno comienza así a visibilizar otra realidad existente fuera de cualquier campo estudiado. 


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Samuel Riera por Derbis Campos.


Me atrevo a expresar que no existe una percepción amplia de la heterogeneidad del arte cubano. Se promueve un modelo clasista y clasificatorio. No es difícil visibilizar la existencia de formas de expresión dentro de la cotidianidad de un país; solo falta que el país y su gente entiendan lo oportuno de la existencia de estos procesos artísticos para que al final los comprendan. El art brut se debe comprender dentro de la realidad del arte cubano, su existencia es independiente de la voluntad o políticas culturales existentes que, en todo caso, no deberían marginarlo o ignorarlo.

Me gustaría que me comentaras sobre tu experiencia para encontrar, acoger y trabajar con artistas outsiders. ¿Lo entiendes así o hay una mejor manera para comprender las posibles relaciones con individuos en condiciones de aislamiento sensorial, psíquico, motor, estético, espiritual, social, etc.?

La mayoría de los creadores outsiders o del art brut poseen un modo de vida en aislamiento. Sus relaciones sociales, en los términos y conductas que la sociedad acepta como adecuados, pueden ser limitadas, por lo que dependen muchas veces de un padre o tutor que los guíe o conduzca. En ese sentido, la sociedad contribuye a su aislamiento; sobre todo en aquellas que todavía no alcanzan un grado de concientización suficiente sobre la valoración hacia personas con diferentes niveles de discapacidad o conductas sociales “diferentes”. Encontrar e identificar a estos creadores lleva tiempo y trabajo. 

Una vez que los identificamos es necesario establecer una comunicación franca y confiable ante ellos mediante un canal de intercambio transparente, aceptando las características de cada uno y su visión. Basar esta comunicación en niveles altos de franqueza es muy importante; si en algunos de los casos se violenta esta comunicación, la relación se corta y es muy difícil de restablecer. 

Lo siguiente es valorar y comprender su ejercicio del arte, sus formas y rutinas de creación. La mayoría de ellos desconocen que su labor se considera como arte. Para ellos lo fundamental es el valor emocional y comunicativo que sus creaciones les aportan a sí mismos, sin pensar en cómo pueden ser vistas o valoradas por los otros. 


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Samuel Riera por Derbis Campos.


En muchos casos, existe una necesidad imperiosa, casi obsesiva, de crear que va más allá de la existencia o no de un material en específico, sino la utilización de todo lo que esté al alcance para cumplimentar esa necesidad interna. Esta voz o palabra visual, que también se entrelaza con la escritura o simbología, es la expresión más singular del pensamiento. Valorarla y comprenderla abre un camino a sus mundos. Se debe apreciar como una relectura de códigos fuera de lo cotidiano, mapas del pensamiento con mucha información. Es entonces cuando el creador de art brut queda expuesto en su totalidad porque su mundo es frágil, complejo, sin mentiras, convirtiéndose en una expresión del alma pura. 

Por otro lado, no existe un protocolo a seguir con cada artista. Cada personalidad lleva consigo individualidad en la comunicación y en la manera de trabajar y apoyar su trabajo. Por ejemplo: hay artistas cuyo modo de expresión es en la calle, bajo un árbol; crearles condiciones que creemos favorables desde nuestra percepción terminaría definitivamente con algo que en ideas nace solo allí y no existe otro lugar mejor para ello. Sin embargo, cuando el individuo es socialmente activo, vincularlo a un espacio de trabajo, teniendo en cuenta no irrumpir o contaminar con ideas añadidas su expresión pura, puede ser favorable en el sentido de estimular su comunicación e interacción social. 

Todos los que formamos parte de las sociedades contemporáneas creemos en transformar o educar a nuestros semejantes según nuestra cosmovisión. En ese sentido, la educación en artes hace obligatoria la instrucción a partir de métodos y cánones establecidos. No hay un método para el art brut u outsider: la libertad es el único método; la razón de su hacer es totalmente emocional por la complejidad de sus mentes y pensamientos, pese a condiciones complejas de vida.  

Me has hablado de artistas condicionados por el aislamiento, pero igualmente de otros que asumen el art brut, si bien fuera de la tradición académica de bellas artes, también de una manera voluntaria y consciente. ¿Cómo la academia ha asimilado el arte bruto?

Ningún creador que es vinculado al art brut, en sus inicios, es consciente de hacer este tipo de arte; incluso la mayoría de ellos no es consciente de que hacen arte de alguna manera. Desarrollan su arte ajeno a los parámetros que utilizan los especialistas para calificar su expresión y, en muchos casos, no prestan atención alguna o interés a sus criterios.  


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Samuel Riera por Derbis Campos.


El art brut, por su naturaleza libre y fuera de todo molde establecido, se contrapone a la academia, contradice la forma, el método, la normatividad y la expresión que se establece desde un canon único. Las academias establecen metodologías de construcción, apreciación y valoración del arte que luego los artistas, en su evolución y desarrollo profesional, pueden subvertir y deconstruir; pero es muy difícil liberarse totalmente del lastre que suponen años de entrenamiento cultural, no ya tan solo por las academias, sino también por la cultura visual imperante en la sociedad. 

Resulta aún discutido hasta qué extensión un artista con un entrenamiento académico y años de carrera podría, bajo determinadas condiciones psicopatológicas de larga duración, liberarse de las ataduras académicas adquiridas y crear obras consideradas como art brut.    

Sí es notable cómo muchos artistas profesionales, incluso desde la vanguardia y hasta en la contemporaneidad, han recurrido a influencias provenientes de creadores de art brut para el propio desarrollo de sus obras y estilos de trabajo. La academia lo asimila como un fenómeno de arte que existe independientemente de su aceptación o no, pero resulta aún insuficiente su acercamiento y valoración.    

En el artículo “Luisma museable”, Néstor Díaz de Villegas relaciona la obra de Luis Manuel Otero Alcántara con el art brut. ¿Cuál es tu opinión sobre esta asociación? 

Luis siempre ha sido un individuo que escapa de las normas o patrones conductuales. Es parte intrínseca de su personalidad singular el enfrentamiento cotidiano y el permanente crecimiento profesional, algo que con el tiempo lo ha ayudado a ganar espacios y seguidores. 


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Samuel Riera por Derbis Campos.


Lo he visto crecer en su arte y he visto crecer igualmente sus preocupaciones respecto a la sociedad de la cual es parte. Lo conocí hace alrededor de nueve años. Recuerdo que me visitó en mi estudio junto a otro amigo y me mostró sus creaciones realizadas, en su gran mayoría, con pedazos de tablas y maderas recolectadas de desechos y casas derruidas de su vecindario. Yo lo invité a participar en un performance que desarrollaríamos junto a otros artistas, autodidactas y de la academia, llamado Carretillas. Desde ese momento establecimos un lazo de amistad muy grande. Él siempre apreció mi investigación relacionada con los artistas del art brut y outsider art, y se sentía identificado con cada uno de ellos, con cada proceso de trabajo y modos de vida. 

Luis nació y creció en una barriada del Cerro, de esas que muchos evitamos, de las que son un vivo ejemplo del abandono administrativo durante años por zonas periféricas y desfavorecidas. Proviene de una familia de trabajadores, gente sencilla que ha tenido que padecer los momentos más duros de las crisis cotidianas y enfrentarlas con la mayor de las agudezas posibles. Para Luis, descubrir el arte fue como encontrar una puerta abierta para demostrar en hechos los propios argumentos de su vida. Cada obra es un pasaje a una realidad propia que ha tenido que enfrentar día a día. Quizás por ello su relación con el outsider art, donde el arte y la vida borran límites y pasan a ser hechos cotidianos en cada expresión, sin límites condicionados. Por eso es un transgresor, un irreverente, un Robin Hood contemporáneo

En otras ocasiones también he escucho a curadores y especialistas tratar de precisar su línea visual, buscando argumentos académicos en su obra y en sus intenciones, para poder simplificar su realidad. Es como si nadie quisiera aceptar la existencia de un arte fuera de los protocolos institucionales, donde las valoraciones artísticas deben de ser reglas o normas establecidas en los libros de textos, instituciones encasilladas en procurar el mismo tipo de artista durante décadas. 

Luis es un outsider en su naturaleza y origen. Su obra inicial es reflejo de ello. Sin embargo, su evolución como individuo en aras de satisfacer sus propias inquietudes ha implicado también una trasmutación de su obra y un acercamiento consciente al poder del arte como herramienta de trasformación del pensamiento social.


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Samuel Riera por Derbis Campos.


Para finalizar, cuando se difuminan las líneas entre arte y vida “real”, ¿tiene sentido seguir hablando de arte? ¿Qué ganamos con la indisciplina? ¿Qué se lleva la heteronomía? 

Acá podríamos hablar de la llamada crisis o muerte del arte, el antiarte. Podemos referirnos a las primeras etapas del dadaísmo, que surgió tras un contexto social en crisis en la posguerra y se cuestionó el arte en toda su extensión. Caracterizado como una forma de vivir el arte, más una ética que una estética, como una filosofía de vida que rebasó la época en que fue enunciada.

El arte continúa en una permanente transformación de contenido o experiencia, implicándose en las problemáticas generales de la sociedad. Es un vínculo directo a lo terrenal. El artista deja de ser el sujeto divinizado, enajenado, absorto en su propio egocentrismo al exigírsele un papel más proactivo en su contexto social y una concientización de los cambios que puede generar su accionar. Surge entonces el artivismo, el cual, a través de acciones artísticas dentro de contextos de la vida real con fines de inmediata intervención social, ha permitido una metamorfosis evolutiva de los modos estándares de comunicar el arte y del concepto de resultado artístico.  

¿Qué ganamos con la indisciplina? La indisciplina en el arte es una virtud porque el indisciplinado tiene la valentía de romper con lo establecido, con las normas que han estructurado casi todo el arte en siglos. Hace al artista rebelde, atrevido y audaz. Permite en cierto grado alcanzar una autonomía creativa rompiendo con conceptos y patrones establecidos por un mainstream con una alta dependencia de heterónomas valoraciones estéticas, mercantiles y sociopolíticas. La heteronomía se lleva la capacidad innata del creador de expresar su subjetividad más sincera e ingenua.  

¿Cambiar nuestra vida en arte o cambiar el sistema en el que se vive? 

Ambos. En ambos casos las reformas son de extrema urgencia. Nos encontramos, además, dentro de una de las peores crisis culturales que nuestra nación ha tenido. Se refuerza un modelo fragmentado o cristalizado que restringe la producción artística, por lo que se limita el pensamiento cultural y, por ende, se fragmenta el cuerpo cultural de la nación. Necesitamos establecer una mejor corriente frente al diálogo pacífico, manteniendo un lenguaje en que nos identifiquemos todos, no uno o unos pocos.


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A la honestidad de proscritos, censurados, vigilados, sometidos, críticos, reclamantes y observadores se devolvió el golpe en la mesa, el gesto autoritario, la promesa sin intención de cumplimiento. Una vez más se secuestró la publicidad del debate.






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