Entre la desbandada y el no lugar

En diciembre de 1994, Ramón Williams, habanero nacido en el “Año del esfuerzo decisivo”, terminaba una novela, una suerte de Quo Vadis plural, pues el destino de un sujeto es también el de su época y el de sus contemporáneos. 

¿A dónde fue tanto esfuerzo, decisivo o no, tanto pedalear en el vacío o en el asfalto quemante, tanto marchar forzoso, o tanto marcharse forzosamente cuando la utopía cede lugar al manotazo distópico? 

Después de todo este tiempo sin poder salir a la luz, la editorial Bokeh se dispuso a publicar A dónde, y será presentada en Miami el próximo 12 de octubre en la librería Books and Books de Coral Gables. 

A propósito de esta publicación, de cara al llamado “día del descubrimiento”, converso con Ramón Williams:

A dónde es una novela que abraza el tema de “la desbandada”, la misma que te llevara a ti y a gran parte de tus contemporáneos a emigrar, en pequeñas o grandes oleadas. ¿Crees que, a pesar del desfasaje entre el tiempo de concebirla y su publicación, habrá suficientes lectores para abordar esta obra, veinticinco años después? ¿No hay riesgo de que su contenido sea hoy materia en gran medida arqueológica?

¿Cuántos viajeros precisa un abordaje? Tal vez tantos como quieran y puedan alcanzar la nave y seguir el viaje. 

¿Arqueología? Eso no es un riesgo, es una consecuencia, pues se trata de un libro que nació proscrito, descartado de cualquier colchón editorial en Cuba, cosa que no cambió por aterrizar en Miami. Pero eso es otra conversación. 

Por otro lado, con toda cabida para el error, nuestros huesos y cenizas pueden ser más elocuentes que la palabras que las preceden en lozanas bocas: un día sabrán cómo sentíamos y pensábamos hoy, a partir de uñas extraídas del asfalto bajo el mar. Esta novela muestra eso: huesos y cenizas de una sensibilidad cuyos gestos, palabras y pigmentos no bastaron para quedarse y no volar en pedazos a otro lado. 

Al escribirla, concebía A dónde como una deriva in situ que desembocaría en otra que me llevaría a respuestas fundamentales, de total afirmación de libertad y vida.

Escribía como quien talla en su asidero; quería hacerme legible para mí mismo mientras crecía la  espuma de esa oleada interna que antecede al avión, la balsa o la selva, en masa o en solitario. 

Me parece de interés ser excavado en vida y ver cuánto acertó y descuidó aquella mirada mía sobre La Habana de hace un cuarto de siglo. Una mirada manuscrita que traje bajo la camisa, atada al abdomen y que ahora ve la luz. 

¿Cesárea, harakiri, excavación? Brindemos por Portillo de la Luz.

Las estrategias invisibles del poder y la aberración de intentar perpetuarlo a toda costa es un tema clave en A dónde, pero el tratamiento del fenómeno llega a ser arquetípico, como si la especulación mítica absorbiera al hecho histórico. ¿Coincides en que esta obra pudiera ubicarse en una línea ficcional donde el fatum nacional es más un destino de tribu?

Coincido. Se trataba de un tipo de ficción con seis patas sobre la realidad de entonces; en torno a ella, diría. Una realidad hecha capullo en las redes de la novela del atribulado Hombre Aruña, también conocido como Homo Peculiari Tempus Cubensis… (Risas). 

Fui intoxicado por ese acuerdo de realidad penosamente especial y al comentarla di de mi veneno, uno de terapia a largo plazo, como de escorpión azul. La caída del Muro realzó varias hambres, alimentó muchos despegues, lejos del cuento impráctico y de los caprichos de un caudillo ensimismado en su personal caída

Allá, en la nieve, los pioneros de la promesa escapaban de la promesa (un escape radioactivo). El no lugar que, más que un lugar, había sido un feliz estado de cosas a mano para todos en el futuro, se les había convertido en un toda-cosa-feliz-para-las manos-del-Estado-por-siempre. 

Millones acá, al borde de un precipicio de miserias constatadas en millones de allá… y no se le ablandaba el corazón al faraón tropical, no se le mapeaba el cambio en la frente. Inevitable el éxodo. Tribu en desbandada, nada mal. 

Pero, ¿qué tal para un bestiario patrio (o matrio): miles de arañas voladoras tejiendo sus propios rollos vitales al soplo del viento global, cada ejemplar un compendio de nostalgias contradictorias, aruñando el capital en cualquier lugar-lugar, tras vida auténtica, con todo y metal? 

Qué bien si las arañas, imantadas por su origen, intercambiaran hilos en su éxodo y algún bien mayor urdieran para la nación. Con fábula y metarrelato de la Historia hablando.

Guillermo Cabrera Infante ha hablado de la literatura como espacio donde coexisten el amor, el humor y el rumor. Leyendo A dónde pareciera que lo que empieza como rumor llega a convertirse en apoteosis verbal, lo cual también me recuerda que la literatura es el arte de la digresión, y aquí estamos hablando también de Severo Sarduy. 

Esta deconstrucción de las estructuras lógicas narrativas, los circunloquios, la paronomasia, la parodia como expresión refinada del choteo cubano, etcétera; todo ello me lleva a pensar que a tus veinte años eras un lector con ciertas ventajas frente a las restricciones de circulación literaria en la Isla, y lo mismo vale al reconocer otros guiños y reminiscencias intertextuales de otros autores posmodernos y proscritos a la vez. ¿Cómo lograste ese bagaje, que calza y acrecienta esta novela?  

Puedes llamar al mío un caso severo de cabreadas influencias que me enfukuyamaron thomasmannteniéndome muy enfoucault y a la vez derridescarriado. 

Entonces jugaba a hess dress y, entre jugos y juegos de lengua, lenguajes y novias de abalorios, me duchampaba con frecuencia para no sentirme del todo virgiliado, ya ensalchisolshenizado, empasternakitizado, arenado, y que el pánico no kundera en medio del desartre sobre el azúcar. 

Confiando en que siempre puede habermas, que no siempre de tal kovsky, tal kovsquilla, y que el que algún bien bukowski algún bien encontroski en los cimientos marxianos de mi deformación.

En varias obras de escritores cubanos ha habido interés por el mundo de las artes visuales como contexto en la creación de ficciones. Pienso en Ena Lucía Portela y El pájaro: pincel y tinta china, en Ave y nada de Ernesto Santana, o en los cuentos de Ronaldo Menéndez y Ricardo Arrieta que en cierta medida reflejaron los sucesos de la plástica cubana de los ochenta. En tu caso, siendo propiamente un artista visual, ¿cuánto de catártico hay de ti mismo en tu protagonista, con todos sus intentos de agitador de verdades, pero también cargando el peso de un proceso socialmente fallido?

El hombre de Vitruvio, la Cosa y el Hombre Nuevo. En ese título de libro que nadie escribirá, está el tema de la versatilidad en el despliegue de potencialidades humanas, dadas galácticas condiciones sociales favorables. 

El ideario socialista (la cuadratura bola) del engorde parejo de virtudes físicas e intelectuales en Cuba, arrojó (vomitó), por ejemplo, atletas de refinada Filosofía de la Técnica, y alentó instantáneos pintores peloteros contra el peloteo, sutil aspecto de la censura, de las instituciones culturales de la época. 

El experimento isleño apuntaba, con ese ideal, a la cocción social de hombres multidimensionales, neorrenacentistas proletarios. El caldo fue coartado a fuerza de cruda realidad y de sus vapores emergieron homúnculos algo ilustrados pero achatados entre la segunda división social del trabajo, el auge tecno y los desafueros de mercado de un arte cada vez más cutáneo que contemporáneo. 

Casi quimeras: pintores con orejas de músico, músicos con manos de escritor, escritores con ojos de fotógrafo, tentaculares cineastas con olor a pintura fresca, todos medio sordos a los gritos de una hiperespecialización alienante, eternos discípulos de los mil caminos entre la libre creación y la cruda supervivencia… 

Matisse tocaba el violín y Miles Davis derivaba a Kandinsky en sus pinturas. Por mi parte, me hubiera gustado cantar en el baño como habrá dibujado Moré en servilletas de bares; lograrlo es otra cosa. Igual te dedico está canción, la canción del ornitorrinco.




Gertrudis Rivalta: Soy una persona ingobernable

Gertrudis Rivalta: “Soy una persona ingobernable”

Sandra Abd’Allah-Alvarez Ramírez

“Yo no fui una desconocida en los 90, pero parece que la lucha contra el olvido es otro de los caballos de batalla que debo cabalgar. Yo no voy a olvidarme de Cuba. ¿Quién es el dueño de la nacionalidad de una persona? ¿Cuáles son los beneficios del chantaje de excluirte?”.


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