Juan Abreu: “¿Quién no ha follado por generosidad?”

Juan Abreu (1952) acaba de publicar, quizás, su libro más controvertido y, por qué no, arriesgado. Valiéndose de un humor mordaz, Abreu entra en la política española a través del sexo. 

Por las páginas de Eros y política desfila una larga lista de figuras públicas españolas, situadas a ambos lados del espectro ideológico. Muy pocas se salvan. Más bien, la gran mayoría quedan retratadas en poses comprometedoras. 

Pero, ¿influye el sexo en la política?

O, ¿condiciona nuestra fisionomía sexual nuestra capacidad para la justicia, la administración del erario o en nuestras habilidades para los conciliábulos y las conspiraciones propias del oficio? Muchos podemos creer que no, pero, lo interesante de este libro de Abreu es su apuesta por demostrarnos que sí, que el sexo no es que influya en la política, sino que hace del político, una vez y otra, un rey desnudo.

Luego de decenas de títulos en diversas editoriales, algunas de mucho renombre, Juan Abreu elige para este libro, el camino de la autoedición. ¿Por qué?

De sexo, de libros y editoriales, y por supuesto, de política, hablamos en esta entrevista, concedida a Hypermedia Magazine.

¿Cómo surge la idea de Eros y política?

El azar. Estaba leyendo unas declaraciones de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y me causó tal malestar su impúdico despliegue de vulgaridad e ignorancia, que escribí un retrato del personaje, con el propósito de burlarme de su burricie, básicamente. 

Pero una cosa es lo que uno se propone escribir y otra lo que escribe, así que lo que salió fue un texto burlón, sí, pero centrado en la relación de la señora alcaldesa con lo erótico. Y a partir de ahí aquello cobró vida propia, como se dice, y comenzó a crecer. 

Por cierto, que la señora Colau sea alcaldesa de los barceloneses dice mucho del nivel de bajeza y grosería al que ha llegado la política española. Ese es, también, de ahí el título, el tema de mi libro. 

¿Cuál sería la relación entre erotismo y desempeño político?

No tengo la menor idea. Pero, el sexo (o la falta de él, véase Dante o Pablo de Tarso) está en todas partes y constituye una de las fuerzas que determinan la dinámica social, la relación entre seres humanos, y en ocasiones, el curso de la cultura y la civilización: Lucrecia Borgia, Elena y Paris, Beatriz y Dante, Marco Antonio y Cleopatra, Catalina la Grande, Cortés y la Malinche, por poner unos pocos ejemplos. 

Una mujer hermosa o un hombre hermoso mejoran la vida de los que habitan sus aledaños. Negar ese poder a la belleza y al erotismo es una tontería. 

En lo referente al desempeño político no sé. Han existido políticos muy feos pero eficientes, y políticos muy atractivos que han sido frívolos y nefastos. Pero es un territorio difuso. Sin embargo, la relación entre belleza, erotismo y éxito político me parece más evidente. Hoy en día, un hombre guapo, o mujeres con una carga erótica mayúscula como Isabel Díaz Ayuso o Cayetana Álvarez de Toledo tienen ventaja, digamos natural, sobre sus contrincantes.  

Como Oscar Wilde, ¿crees que “everything in the world is about sex except sex. Sex is about power?”. 

Wilde era aficionado a esas frases sonajero que en ocasiones no quieren decir nada. Sí, hay un juego de poder en el sexo, a veces, como en otras muchas cosas. Pero, todo en la vida no tiene que ver con el sexo, o el poder. Están, además, el odio, la envidia, la ambición, el racismo, la compasión, la generosidad (¿quién no ha follado por generosidad?), la vileza, la maldad, el fanatismo, la demencia tribal, etcétera. 

¿Influye el erotismo en el poder? ¿Y al revés?

El poder tiene un aura erótica. Funciona para las mujeres. A hombres poco atractivos y hasta muy feos, pero poderosos, los vemos con mujeres hermosas, despampanantes, eróticamente deslumbrantes. 

Las mujeres poderosas son otra cosa. No creo que muchos hombres se sintieran atraídos eróticamente por la señora Thatcher, Golda Meir, o la canciller Angela Merkel. El de los hombres y el de las mujeres son dos mercados eróticos y sexuales que funcionan de forma diferente. 

Los hombres, en general, temen a las mujeres (Paglia), pero temen especialmente a las mujeres poderosas. Luego, está el lenguaje, que es esencial para la sexualidad, pero, como en los países desarrollados, especialmente en España, a causa de una educación muy deficiente, el lenguaje se ha ido empobreciendo y vulgarizando trágicamente, supongo que será cada vez menos importante el uso que hagamos del lenguaje en los ritos de seducción y apareo. 

El coeficiente intelectual medio ha descendido notablemente en los últimos veinte años, según algunos estudios. Y el erotismo requiere inteligencia y refinamiento. El futuro del erotismo se presenta tenebroso en los países aún libres. 

Por el libro desfila una larga lista de políticos españoles, ¿alguno se ha dado por aludido?

No por ahora, que yo sepa. Tampoco lo espero, los políticos españoles son, hasta dónde he podido ver, incapaces de reírse de sí mismos, que es, como se sabe, uno de los principales baremos para comprobar que una persona es inteligente. A más capacidad para reírse de uno mismo, menos mediocridad. 

¿Espera reacciones? Digamos, críticas adversas, demandas…

No. La crítica literaria seria en España apenas existe, lo que hay son comentaristas, muchos a sueldo de las editoriales, gacetilleros culturales y escritorzuelos de farándula y crónica rosa. No soy un escritor de masas, soy más bien uno de masitas, unas pocas masitas para comer, sobrevivir y nada más. Y en cuanto a la indignación de gente que pudiera sentirse concernida, tengo la sospecha de que los comandos de feministas radicales y gente así, se indignan solo cuando se les indica que deben indignarse. Son marionetas de las subvenciones. En mi libro hay mucho material ofensivo para ese tipo de lector-oveja, para estos parásitos ideológicos, pero al final creo que se impondrá la nueva censura que se aplica a los libros incómodos, la del silencio.  

¿Cree realmente que el sexo determine los actos de un individuo?

Tal vez, en alguna medida. De lo que sí estoy seguro es de que una poderosa carga sexual, ya sea en un hombre o una mujer, determina la forma en que las personas de su entorno se relacionarán con él o ella. Un hombre con una gran carga sexual es un problema muy considerable para cualquier pareja o matrimonio, incluido el suyo. Una mujer con una gran carga sexual, eso que he dado en llamar “hembracidad”, es una maravilla a la que no se puede, ni se quiere, resistir.    

¿Qué es mejor en España, el sexo o la política?

El sexo, naturalmente. La política es espantosa. Y, muy importante, no hay que mezclarlos en la práctica. Por eso recomiendo con frecuencia en Eros y política, que se pida a ciertas parejas sexuales que mantengan silencio durante el acto, que se les amordace de ser necesario. Imagínese a la señora Colau, Pedro Sánchez o a Echenique cantando La internacional en medio del fragor del acoplamiento sexual. Sería grotesco.  

Después de haber publicado con importantes editoriales, has terminado recurriendo a la autoedición para este libro…

Me parece el desarrollo lógico para la vida literaria de un tipo como yo. También le pasó a Arenas, por mencionar a alguien cercano. Comenzó con las grandes editoriales y terminó en las más pequeñas y autofinanciándose, en algunos casos, sus publicaciones. 

En lo que respecta a Eros y política, hice algunas gestiones sin éxito y al final opté por la autoedición. Me parece que, para un escritor como yo, cada vez más alejado de la escritura convencional, es la mejor solución. Con la imposición de la censura de género y el ascenso de los sicarios de la corrección política, la autoedición se convertirá, si ya no lo es, en la única manera en que ciertos libros, digamos irrespetuosos u ofensivos para el pensamiento grupal, domesticado, consigan llegar al público. 

La autoedición tal vez sea una de las hendiduras de las que hablaba Arenas. Cito: 

“Entre esas hendiduras que deja el terror o la Historia (hendiduras que cada día son más estrechas), suelen guarecerse, alimentados por la soledad y el fuego, los siempre escasos, los raros —los aguafiestas— que han tenido la terquedad de no acogerse a ninguna bendición. Ellos, tan antiguos, tan viejos, tan nuevos, tan pocos, tan inevitables e indestructibles, justifican y enaltecen a esos millones de pobres bestias mansas, anónimas, mudas y enjaezadas, que ya (otra vez) se inclinan, se postran, ante El Redentor”. 


© Imagen de portada: Foto de María y Abril (Julio, 2021).




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3 Comentarios
  1. «Las mujeres poderosas son otra cosa. No creo que muchos hombres se sintieran atraídos eróticamente por la señora Thatcher, Golda Meir, o la canciller Angela Merkel. El de los hombres y el de las mujeres son dos mercados eróticos y sexuales que funcionan de forma diferente.»

    Buena entrevista y me quedo con esa curiosa reflexión. Sería muy interesante ahondar, con respeto, en el verdadero porqué detrás de ese «rechazo» erótico hacia los líderes femeninos fuertes.¿Demasiado desafío?¿La sumisión de las mujeres les da una falsa sensación de poder?

  2. Lectura exquisita, Sr. Aguado.
    Lo que escriba sonará políticamente incorrecto, Jenn, pero toda mujer sumisa atrae a la mayoría de los hombres por una simple razón: las mujeres que `son fuertes, piensan por si solas y nos desafían, nos desestabilizan en esta sociedad decadente y machista en la que aún vivimos. Muy pocos hombres tenemos nuestros collons bien puestos y la cabeza bien amueblada para estar a la altura de mujeres fuertes; a muchos les vale cualquier cosa y si no piensa, mucho mejor así no molesta.

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