Vladimir Rouvinski: “Los rusos se acercan a quien rechaza a EE. UU.”

Una conversación con el doctor Vladimir Rouvinski, profesor titular en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de laUniversidad Icesi, Colombia, para los lectores de  Hypermedia Magazine.


¿Desde tu punto de vista, qué objetivos están presentes en la nueva presencia del Estado ruso en América Latina?

No hay únicamente un objetivo, sino varios. Algunos son más prioritarios, pero no hay una constante. Eso es una característica de la política exterior rusa de Putin en otras áreas geográficas, no solamente en América Latina. A esta última región Rusia regresa en la primera década del siglo XXI, aunque se puede identificar su interés reemergente desde la segunda década de los años 90. En ese entonces, hubo un caso muy característico, que es el acercamiento entre el presidente colombiano Ernesto Samper y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Yevgueni Primakov, cuya doctrina prima en la política exterior rusa de la actualidad. 

En primer lugar, el retorno ruso tiene que ver con una idea muy fuerte: el peligro central para los intereses de Rusia es EE.UU. Esta idea nunca ha desaparecido. Ni siquiera en los años 90, cuando Rusia se acercó a EE.UU. Un ejemplo es Andréi Gromiko, el ministro para Asuntos Exteriores soviético de muchos años, que tenía profusa desconfianza hacia EE.UU. pese al logro de unos acuerdos importantes entre estos dos países. Después de un corto período de desinterés ruso hacia América Latina en la primera mitad de la década de 1990, Primakov cambió todo: lo que hizo, por ejemplo, con Samper, fue entender la situación. Samper fue acusado de haber sido financiado por el cártel de Cali y tuvo problemas con EE.UU.: le llegaron a cancelar la visa. A raíz de eso buscó un nuevo apoyo, que fue Rusia. 

Esta época coincide con la venta de armas y de los helicópteros Mi17 por parte de Rusia a Colombia, ¿no?

Sí, es esta época donde EE.UU. dejó de vender helicópteros a la policía de Colombia por los problemas con Samper y Rusia se los vendió. Los rusos dijeron que para manejarlos podían contactar con los nicaragüenses. Aquí podemos ver una alianza de Rusia con los países que tienen un discurso antiestadounidense. Sin embargo, no se trata de la misma lógica que en la Guerra Fría; es más bien de carácter simbólico. Pero sucede así y los rusos se acercan a quien rechaza a EE.UU. 

Es lo contrario a la estrategia de China, que se acerca a todos los países. Rusia, que es un país capitalista y no tiene nada que ver con la ideología comunista, arma sus relaciones internacionales en base a puntos simbólicos como la enemistad con EE.UU. Pretende reemplazar el orden internacional existente por algo nuevo que no sea guiado por EE.UU., donde pueda tener una participación y un rol mayor. Esta retórica coincide con la de algunos países de América Latina.

El segundo elemento es más a largo plazo y consiste en tener a las empresas rusas, estratégicas e importantes para el Estado, en América Latina. Rusia es consciente de que su poder tangible tiene que ver con su poder energético. En este contexto, lo que Putin hizo en Eurasia durante los últimos veinte años fue un éxito: retomó la política soviética de 1973 a nivel de estrategia y utiliza la energía para convertirse en potencia. Aunque hay expertos que afirman que Rusia puede tener problemas a medio plazo para vender su energía, por la forma de explotar estos recursos, donde hay mucho daño al medioambiente, y porque tiene mercados en espacios estratégicos ya explotados. 

Además, las estructuras rusas no son muy modernas y tienen zonas a las que es difícil acceder, como en Siberia. Vender productos energéticos desde Siberia a otros puntos geográficos es algo muy costoso y, de hecho, la URSS ya exploró esta estrategia con la construcción del ferrocarril BAM en el Norte de Siberia. Entonces, la estrategia es buscar estos recursos en otras zonas geográficas, como América Latina, por ejemplo. Creo que realmente es una apuesta de empresas rusas como Rosneft y Gazprom con el objetivo de ser una superpotencia energética con independencia energética. 

Además, es otra forma de competir con EE.UU. También hay otras herramientas, como la comunicación estratégica, con los casos de RT y Sputnik, que apoyan los intereses del gobierno ruso. 

Todas estas ideas de las élites políticas rusas proceden no solamente de los tiempos soviéticos, sino del antiamericanismo muy presente en la sociedad rusa, donde ven a EE.UU. como un impedimento para que Rusia pueda conseguir sus objetivos en la escena internacional. 

La rivalidad con EE.UU. es geopolítica e ideológica, pero la rivalidad con China no es ideológica, por ejemplo, pese a ser una amenaza más fuerte para Rusia. Yo percibo cierto movimiento de Rusia hacia la órbita china… 

Estoy de acuerdo y este es un debate que tenemos con varios colegas tanto en América Latina como en Rusia, que no opinan lo mismo. Rusia y China son como una pareja que duerme en la misma cama, pero que tiene sueños e ideas diferentes y, cuando se levantan, cada uno hace una cosa diferente. Las élites rusas tienen temor a tratar con China porque son conscientes de sus debilidades. Aunque China pretenda tratar a Rusia como un igual, es algo ilusorio. Por ejemplo, las economías son muy dispares; Rusia tiene debilidades económicas y China se mueve mucho mejor en el apartado económico y es una alternativa al dólar. Además, hay mucha desconfianza de Rusia hacia China a largo plazo y, a la vez, hay dependencia. 

Igual puede ser una especie de relación como la de Bielorrusia y Rusia, donde Bielorrusia es independiente, pero gira hacia la órbita rusa. Pero la buena imagen de China está creciendo… 

Sí, China está mejorando su imagen. Por ejemplo, cuando yo voy a mi ciudad natal, en Siberia, en las escuelas se ofertan clases de chino (mandarín) como lengua extranjera. Son dos países con muchas relaciones comerciales, económicas y turísticas. Hay un período de transformación donde los rusos jóvenes aceptan mejor a China.

¿La ideología antiliberal —o iliberal o conservadora— y el antiamericanismo pueden ser dos elementos que sirven para establecer relaciones entre un país de derechas como Rusia y otros de extrema izquierda; como algunos gobiernos de América Latina que siguen viendo a Rusia como la URSS?

Sí, los rusos son conscientes de qué es el Estado ruso actual y de que no es la URSS. Pero mucha gente y muchos latinoamericanos siguen viendo a Rusia como la URSS. El Estado ruso rechaza la ideología liberal, ya que la forma en la que está construido el Estado es diferente a la de uno de democracia liberal. Esto hace que pueda establecer relaciones con regímenes que no sean democracias liberales. 

Noto cada vez más presencia rusa en la academia latinoamericana. Está creciendo la sofisticación de la visión sobre Rusia al tiempo que se mantiene un discurso para legitimarla. También hay vínculos crecientes entre ambas partes.

Los estudios de América Latina en Rusia fueron prioritarios nada más que a partir de la Revolución cubana, por la lógica de la Guerra Fría, cuando la academia rusa se interesa en la región. Aunque hay dos épocas diferentes, la de las relaciones anteriores a los 90 y la de la actualidad. El Instituto de América Latina de la Academia de las Ciencias rusa, por ejemplo, asesora al gobierno ruso en las relaciones con la región. Al mismo tiempo, parece que en muchos casos son ignorados porque en Rusia las decisiones son tomadas, frecuentemente, sin tener en cuenta la opinión de los expertos, sino por los círculos cercanos a Putin. 

Por otro lado, en la academia de América Latina hay investigadores que buscan legitimar a Rusia para aceptarla como una alternativa. Yo creo que es una idealización. Ellos afirman que Rusia no es una democracia, pero que esto no es algo malo. Muchos latinoamericanos están viendo que Rusia tiene ciudades muy prósperas donde la gente vive mejor, pero no son conscientes de las desigualdades y falta de oportunidades en este país en la actualidad. Una parte de la izquierda busca acercarse a Rusia por ideas comunes como la del antiamericanismo. 

El vínculo es limitado, pero existe; por ejemplo, en Ecuador, Argentina, Chile, es más notorio. En el Perú, lo es menos. Pero, sí, hay un vínculo de algunas personas de América Latina con las instituciones rusas, a pesar de las muchas dificultades en esta relación. Rusia ha pretendido crear en Colombia una especie de instituto ruso como son los institutos chinos Confucio. 

También hay una organización de rusos que viven en América Latina y para hacer eventos se utilizan centros culturales rusos, que tienen relación directa con las embajadas de Rusia. Existen planes para que académicos latinoamericanos puedan trabajar con la academia de Rusia. El interés de esto está en las becas. Desde hace varios años se realizan encuestas de la opinión pública “América Latina y el Mundo”, para saber lo que la gente en esta región piensa de Rusia y Putin; aparentemente, no tiene una mala opinión sobre Rusia y Putin, sobre todo, en comparación con otros líderes mundiales. 


© Imagen de portada: Vladimir Rouvinski / Twitter.




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