Las artistas latinoamericanas frente al mundo del arte

En el tema tan amplio de las artes visuales —que en algunas partes del mundo conforman industrias multimillonarias, mientras que en otras la precariedad impide siquiera que se pueda considerar la existencia de un mercado— hay mucha tela que cortar.

Los círculos de alto nivel se gestionan desde sedes en las grandes metrópolis del mundo: Nueva York, Londres, Hong Kong, París, Ámsterdam, Génova, Dubái, Shanghái, Zúrich, entre otros; lugares donde se asientan las oficinas centrales de las grandes casas de subastas, las galerías de mayor renombre y prestigio, las ferias más importantes en la escena global comercial del arte, así como los museos con los más grandes presupuestos y colecciones de arte.

Si se repasan los resultados arrojados en el 2019, según el informe anual de Artprice, The Contemporary Art Market Report: en esta escena se movieron $1.89 billones en obras de arte, con un récord de 71.400 piezas contemporáneas vendidas, de un total de 21.996 artistas contemporáneos. Si bien la mitad de las obras se vendieron por menos de $1000, los números reflejan cantidades inimaginables para muchos artistas, especialmente para aquellos que no se encuentran listados allí. 

Los artistas a los que les resulta un desafío prácticamente imposible posicionar su nombre en estos informes, por lo general pertenecen a grupos particularmente ausentes, como los artistas latinoamericanos. De hecho, en el top 100 de 2019 del informe de Artprice no hay artistas de Latinoamérica: estos aparecen en el top 500. Asimismo, la presencia de mujeres es muy baja: solo cuatro se posicionaron en el top 100. Este escenario es poco motivador para los artistas latinoamericanos; ni qué decir para las artistas mujeres latinoamericanas.

En relación con ello, el lugar que ocupan las mujeres en el arte se ha vuelto un tema abiertamente discutido, con una mayor atención en disminuir la brecha de género en puestos de trabajo, salarios y precios de obras, así como en la creación de espacios y eventos para la inclusión de la mujer. No obstante, la brecha sigue siendo muy marcada. En las últimas ventas de Sotheby’s, las mujeres representaron el 23% de los artistas, y en la venta equivalente de Christie’s, solo el 10%.

Si bien la presencia en las grandes esferas del mercado del arte no es necesariamente el objetivo máximo de los artistas, refleja un punto alto de profesionalización: la obra y su valor se oficializan en un mercado sólido, sus precios se vuelven públicos y menos tendenciosos a la arbitrariedad. Para muchos artistas, aspirar a estar en esos círculos es un sueño; sin embargo, otros espacios artísticos en ascenso se han ido abriendo camino, posicionándose en la escena poco a poco. Subastas, ferias, galerías, museos, otro tipo de organizaciones de arte (públicas, privadas e independientes) se encaminan hacia niveles de formalización y se convierten en plataformas importantes para artistas, especialmente para las minorías.

Latinoamérica es uno de estos espacios con escenas emergentes y espacios regionales en ascenso (comerciales y no comerciales) que han servido para consolidar un escenario propio, con sus propios récords, sus propias entidades de peso y sus propias superestrellas. Pero también con su propia brecha de género, que, aunque no tan pronunciada como en las grandes subastas, sigue siendo fuerte. De hecho, comparando medianas: la diferencia de precios oficiales de las obras de mujeres en las galerías de alto nivel es de un 27% por debajo de los hombres, mientras que en las galerías formales más pequeñas, regionales (por ejemplo las latinoamericanas) los estudios arrojaron una diferencia del 16%.

La brecha de género, que a su vez es una brecha social, es una lucha continua de las artistas mujeres latinoamericanas en sus diferentes planos de inserción sociocultural: como artistas (que normalmente tienen situaciones precarias), como mujeres (ante la disparidad de género) y como latinoamericanas (una región con menor desarrollo económico). En estos contextos, la necesidad de formación de vínculos y las gestiones colaborativas se vuelven especialmente importantes, para establecer comunidades afectivas de trabajo que aporten una significación de lo individual a lo colectivo.

En respuesta a ello, en escenas incipientes como la latinoamericana, se han conformado organizaciones de diferente naturaleza integradas por artistas mujeres: colectivos autogestionados, entidades independientes, iniciativas académicas de investigación, oficinas dentro de instituciones públicas, redes internacionales de trabajo, proyectos puntuales, etc. Estas organizaciones tienen el objetivo común de visibilizar a más mujeres artistas, con vista a demandar más espacios y apoyo para ellas, a través de lo que Maura Reilly definió como activismo curatorial: la práctica de organizar exposiciones con el fin principal de asegurar que ciertas circunscripciones de artistas (como las mujeres latinoamericanas) dejen de ser excluidas de las narrativas canónicas del arte.

Tanto para las artistas de manera individual, así como para estas organizaciones de mujeres de las escenas incipientes del arte, que se ubican recursivamente en la disidencia (en el margen), la cooperación también es una forma de solidificarse y encaminarse a desarrollar un mejor nivel de competitividad. De esta manera, propiciar el trabajo colaborativo y cooperativo que permita establecer y activar redes de intercambio de artistas y conocimientos, se vuelve indispensable para enfrentarse a un sistema del arte que nunca ha sido fácil para las artistas mujeres latinoamericanas; un sistema del arte compuesto por una historia, sus instituciones, su documentación y sus comunicaciones. 

Así, la escena editorial y de los medios de comunicación se convierte en una herramienta significativa con la que se puede influir activamente en lo que narrará la historia del arte. En estas circunstancias nace la presente iniciativa de ampliar el conocimiento sobre mujeres artistas latinoamericanas que están realizando proyectos de relevancia crítica contextual, a través de la publicación en Hypermedia Magazine de una serie de entrevistas elaboradas por curadoras y gestoras culturales para dar a conocer a artistas mujeres prominentes de Latinoamérica.

Hilvanando entre países, hemos armonizado nueve parejas de mujeres a través de los temas que las unen, a pesar de encontrarse a miles de kilómetros de distancia. Las conversaciones se publicarán cada semana a partir de este sábado 28 de noviembre:

1- Gladys Turner-Bosso, arquitecta, investigadora y curadora independiente panameña, con Camile Juárez, artista visual, fotógrafa, estudiante de antropología y feminista guatemalteca. 

2- Janet Batet, historiadora del arte, curadora, crítica de arte y ensayista cubana radicada en Miami, con Aimée Joaristi, artista multidisciplinaria, interiorista y arquitecta cubana-española radicada en Costa Rica.

3- Jilma Estrada, gestora, mediadora y productora cultural nicaragüense, con Gianine Tabja, artista interdisciplinaria ambientalista y educadora peruana.

4- Mariela Yeregui, artista, curadora, profesora universitaria e investigadora argentina, con Beatriz Cortez, artista, inmigrante, filósofa, nómada salvadoreña radicada actualmente en Los Ángeles.

5- Marisa Caichiolo, artista, curadora e historiadora del arte argentina radicada en Los Ángeles, con Man Yu, artista interdisciplinaria, humanista, vegana y ambientalista costarricense nacida en Hong Kong.

6- Marta Rosa Cardoso, historiadora del arte, profesora universitaria, curadora e investigadora cubana radicada en Costa Rica, con Celia González Álvarez, artista visual, antropóloga e investigadora cubana.

7- Maya Juracán, historiadora del arte, curadora, investigadora y activista guatemalteca, con Milena García, artista visual feminista y comunicadora nicaragüense.

8- Patricia Ciriani Espejo, historiadora del arte y de la arquitectura, docente universitaria, curadora y museógrafa peruana, con Donna Conlon, artista visual experimental y bióloga panameña.

9- Iris Lam Chen, gestora cultural, investigadora, profesora universitaria y curadora, con Ana Laura Cantera, artista bioelectrónica, ecoactivista territorial y simpoiética argentina.

Las entrevistas profundizan (unas de manera implícita, otras explícitamente) en temáticas que las artistas han recorrido: desde asuntos muy relacionados con el contexto donde se insertan hasta otros más pertinentes a una búsqueda interior, recorriendo el tramo de lo externo a lo interno, desde lo extrínseco a lo íntimo. Arquitectura, ciudad, espacio y espacio público; interseccionalidad entre ciencia, arte y tecnología, interdisciplinariedad, experimentación y nuevos medios; sustentabilidad, ambiente, consumo y modelos de desarrollo; humanidad, sociedad, política, territorio, migración, exilio y decolonialidad; cuerpo, corporalidades, identidad, género, identidad social, feminismo y sexualidad.

Por tanto, esta serie de entrevistas va más allá de un ejercicio de examinación de las historias, posturas, contenidos, formas y figuras que han abordado algunas de las tantas artistas mujeres destacadas de Latinoamérica: también pretende ser un ejercicio de vinculación, de fortalecimiento del entramado cultural regional. 

De hecho, además de una dinámica editorial y de comunicación, este dossier se ha concebido como una iniciativa de gestión que permita forjar relaciones desde lo afectivo; relaciones que trasciendan a resultados de posicionamiento y visibilización de las artistas mujeres a través de la participación y el diálogo permanente con las actoras del medio. Esta serie, que se publicará cada sábado durante 9 sábados seguidos, ha sido un lugar de encuentro, de activación, de intercambio y de debate, de cuestionamientos sobre las ideas, procesos y metodologías, un ejercicio de laboratorio artivista editorial y comunicacional.




Lola Arias

Futureland: lanzarse al vacío

Dalila Muñoz

Con una animación digital que muestra, cual videojuego de superviviencia, a ocho jóvenes lanzándose desde un avión al vacío, abre Futureland (2019), obra teatral dirigida por la argentina Lola Arias (Buenos Aires, 1976). Como en sus últimas obras, Lola Arias escoge el teatro documental.


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