Julio Hernández Cordón: cine de alma y de guerrilla

Julio Hernández Cordón nació en Estados Unidos en 1975, de padre mexicano y madre guatemalteca. Lo conocí en Costa Rica, después coincidimos en Francia y la pasamos muy bien. Siempre ha sido un referente para mí, una fuerza infinita para poder hacer cine, aunque no tengas ni un peso. Su obra es difícil de catalogar, pero lo que nadie puede negar es que en sus imágenes hay una bomba tremenda. 

Muchos directores vienen y se van, algunos se ponen de moda y luego desaparecen. Es una alegría saber que Julio siempre va a estar ahí. En los momentos de bajón emocional, me ayuda mucho pensar en su manera de tirar para adelante. 

Te prometo anarquía es una película a la que hay que volver. Te aprieta el corazón. Te deja sin aliento.

Hoy, tengo la suerte de conversar con él:

¿Dónde estás pasando la cuarentena? 

Me encuentro en la Narvarte, de la Ciudad de México. Uno de los barrios céntricos de la ciudad, donde vivieron Pérez Prado, Pedro Infante y el Che Guevara

Me imagino que debes estar trabajando en nuevas historias… ¿De qué va el guion nuevo?

Estoy con tres guiones de ficción. Uno, sobre ciclistas que se creen la reencarnación de Nezahualcóyotl y Sor Juana Inés de la Cruz, y se dedican a hacer sacrificios humanos al dios de la lluvia de los aztecas, Tláloc, para inundar la ciudad de México. Otro es acerca de un vampiro que no quiere ser vampiro y sus hijas, cuando descubren que también son vampiras, tienen pavor de atacar a su mamá. La madre no es vampiro. 

El guion nuevo es acerca de un hombre divorciado que va Kingston a buscar la tumba de Alton Ellis, pero su verdadero plan es que lo maten a golpes en una fiesta callejera de dance hall. Y unos niños que viven en los árboles le dan otro sentido a su vida. Es una especie de Peter Pan y los niños perdidos de la Isla de Nunca Jamás. 

Estoy con esos tres guiones. Además, me encuentro en la pre y desarrollo de dos series acerca sobre la frontera mexicana-estadounidense. Pero esos guiones no son míos.

Creo que acabas de terminar una película llamada Se escuchan aullidos, la cual ha tenido un proceso bien indie e interesante. 

Se escuchan aullidos se estrenó en el FICUNAM 2020. Es una película de búsqueda, muy personal y orgánica. Se hizo sin guion, con puras improvisaciones. Actúa mi hija Fabiana; ella recorre los lugares donde yo jugué de niño, y se los apropia. Ella narra mi historia y de cierta manera crea su autorretrato. 

Hice esa película porque me negaron un fondo en México. Decidí que puedo hacer una película cuando yo quiera y bajo mis reglas. Es un ejercicio de autogestión, de hazlo tu mismo. 

Se escuchan aullidos se preprodujo en una semana y se rodó en una semana. El rodaje se hizo con 4000 dólares. El dinero fue invertido por Francisco Barreiro, que es el coprotagonista de la película; el resto fue donado por varios amigos. Me asocié con Daniela Leyva Becerra Acosta y Andrea Toca, quienes consiguieron el apoyo de varios laboratorios de posproducción para finalizar la película. Rodamos en los alrededores de la Universidad de Chapingo, que es un centro de enseñanza de agricultura ubicado en Texcoco. 

En general, ¿cómo trabajas? ¿Le das mucha importancia al guion o te permites improvisar? ¿Vas al rodaje con un storyboard? ¿Ensayas? ¿Haces plantas con el fotógrafo para ver el movimiento de la escena?

Me gusta escribir mis películas, pero no uso el guion en los rodajes. No quiero que se sienta el peso del papel. Intento que mis películas sean una especie de documental ficcionado. No uso storyboard ni shootinglist; no ensayo. Todo es improvisación. 

La cámara la pongo en la locación, y con la cámara voy montando la escena. Luego el fotógrafo pule mi encuadre y pone la luz. La toma uno es mi ensayo. Después de la toma uno cambio diálogos y puesta en escena, y a veces el arte o la locación.


Julio Hernández Cordón

Julio Hernández Cordón.


En Centroamérica, eres como el rey de los directores que salen a filmar estilo guerrilla, con actores no profesionales, onda documental… Perdona si es una visión un poco cliché definirte así. ¿Cómo te defines tú?

Me gusta contar historias, encuadrar, buscar locaciones… Me gusta saber que me salgo con la mía. Que puedo hacer películas con dinero o sin dinero. Me gusta hacer cine, pero a mi modo. No me gustó la manera en que me enseñaron hacer cine en la escuela donde estudié. 

Ahora estoy con la idea de que quiero grabar o rodar cualquier cosa que escriba. Escribir con libertad, en el sentido de no pensar si es viable o no según el presupuesto. Y de cierta forma esa posibilidad me la ha dado México. Todo lo que hice en Guatemala fue escrito junto a un ábaco o una calculadora. Me moría por hacer cine, por contar mis historias, nunca me importó si había presupuesto o no. O si la falta de presupuesto desnudaba las costuras. Me gustaba la idea de hacer cine artesanal.

Ahora trabajo con mejor presupuesto, pero mi espíritu sigue siendo el mismo. He visto demasiadas películas con presupuesto que están mal hechas y sin alma. Yo no quiero hacer cine sin alma.

¿Te verías filmando una peli en Hollywood?

Sí. Me gusta el paisaje de Texas, el delta del Mississippi y la cultura popular de Estados Unidos. Tengo ganas de hacer algo de vaqueros en bicicletas. 


Te prometo anarquía, una película de Julio Hernández Cordón.

Te prometo anarquía, una película de Julio Hernández Cordón.


Te prometo anarquía para mí es una joya. Hay planos que nunca se me van a ir de la cabeza. Como aquel en que, acabando el tercer acto, el personaje viene caminando y el amigo le salta a la espalda. Tiene un nivel de poesía en medio de una vida bien urbana y cruda… ¿Qué estado de animo te llevó a hacer esta película? 

Gracias. Esa iba a ser mi segunda película, y no la pude desarrollar en Guatemala. Para mí es una historia de desamor; pensé en las chicas de las que me enamoré y no he podido olvidar. Escuché una historia de amor de mi hermano, que es gay. Quise hacer una película noir con patinetas. 

Creo que hice ocho versiones del guion. En un inicio traficaban con cocaína, pero sentí que era un cliché. Googleé la palabra sangre y descubrí que en México se trafica con sangre. La venden de manera ilegal. Me pareció que podía contar una historia acerca del narco, pero con la premisa de la sangre. 

¿Cómo trabajaste la edición?

Para mí la edición es parte de la escritura del guion. Edito sin usar el guion. Reescribo la película con las escenas que me gustan o funcionan. Desecho mucho material. Mis películas no tienen el orden cronológico de mis guiones.

Atrás hay relámpagos. Te escuché decir que una de las actrices quería trabajar contigo. ¿Con cuanto dinero se hizo esa película? 

Una amiga de Costa Rica quería trabajar conmigo. Le dije que si conseguía 20 000 dólares, podíamos hacerla. También le dije que tenía ganas de hacer una peli sin escribir un guion. Que si me dejaba improvisar con la construcción de la historia en el rodaje, me subía al barco. 

¿Cuántos días de rodaje? 

Se rodó en 12 días. Con esa experiencia entendí muchas cosas de cómo hacer una película sin guion. Y que es mejor escribir antes de rodar. Y, sobre todo, que en una película pequeña el director tiene que tener más control en la producción. 

Debido a un accidente no pude rodar el final de la película. Creo que Atrás hay relámpagos merecía otro final. Se editó en cinco semanas, porque nos ofrecieron el estreno en Rotterdam. Terminamos el rodaje a finales de noviembre.


Julio Hernández Cordón, en Rotterdam, con Natalia Arias y Ariadna Álvarez.

Julio Hernández Cordón, en Rotterdam, con Natalia Arias y Ariadna Álvarez.


¿Cómo haces cuando acabas un largo?

Siempre subo fotos o videos de mis proyectos a las redes sociales. Y los programadores me preguntan si pueden ver lo que llevo. Conozco a la mayoría de los programadores, y les mando directamente la película en estado de work in progress. Los agentes de ventas llegan cuando ya tenemos confirmado el estreno mundial.

Cómprame un revólver le fue bastante bien en Francia. ¿Consideras que es tu película más accesible para el público? 

Puede ser. Es mi película de mayor presupuesto. Me sentía más seguro debido a mi experiencia. Estuve muy protegido por la producción y eso me hizo dedicarme solo a dirigir. Abordé un tema que me aflige, que es la violencia del narco. 

Y trabajaste con tus hijos. ¿Cómo fue esa experiencia?

Trabajé con mis hijas. Fue intenso. Fui papá las 24 horas y también director las 24 horas. 

Cómprame un revólver es una película por la que me están llamando para hacer series en México.


Fotograma de Cómprame un revólver, una película de Julio Hernández Cordón.

Fotograma de Cómprame un revólver, una película de Julio Hernández Cordón.


Con Hasta el sol tiene manchas te has ganado la fama de cineasta de culto. ¿Qué crees de las etiquetas en el mundo del cine?

Me gusta. Estoy metido en la creación por los artistas que admiro. Nunca he realizado o escrito una película por hacer taquilla. Sé que podría, pero eso no es cinefilia. Aunque en algún momento voy a vender mi alma y haré cosas para generar ventas. 

Hasta el sol tiene manchas es una película con muchas costuras, pero esas costuras la dotan de un universo particular y único. Es una película que no se había visto antes, y nació de la frustración por no conseguir dinero para producir otra película. Pensé: quiero hacer algo donde voy a jugar y donde me voy a despedir del cine de bajo presupuesto. Pero aún no logro despedirme del todo del cine guerrillero. 

En el cine estás obligado a depender de la gente (fondos, festivales, taquilla, crítica, permisos para rodar), y eso me genera ansiedad. Hasta el sol tiene manchas es un testimonio de que hice lo que quise, y además con la compañía de mis amigos.

¿Qué recuerdos tienes de Gasolina?

Mi tarjeta de presentación. Pero sobre todo fue un robo por parte del agente de ventas, los productores europeos. La vendieron a Netflix, Ibermedia y otros sitios, y nunca me dieron mi parte. 

El medio está lleno de tiburones. Pablo Stoll me dijo: “Te tienes que asociarte con peces de tu tamaño, o te comen”. 

Entendí cómo una película puede incomodar a un país. Tuve muchos haters en Guatemala por la manera en la que fue hecha y por la forma en que retrato el racismo, el aburrimiento y la impunidad de ese país.


Póster de Polvo, una película de Julio Hernández Cordón.

Póster de Polvo, una película de Julio Hernández Cordón.


Polvo.

No quise hacer una postal del indígena en Guatemala. Aún me niego a eso. Me centré en retratar que las verdaderas heridas de un conflicto armado están en la posguerra.

Por esa película estuve en la Cinéfondation del Festival de Cannes, y la pasé muy bien en París. París me dio otra mirada, tuve acceso de manera orgánica a información que no encontraba en Guatemala. 

Polvo es una película compleja para mí porque estoy en ella, en uno de los personajes. Además, es una película sin panfleto, sin el romanticismo del indígena guatemalteco y los paisajes. Es una película cruda. Su rodaje coincidió con una separación, no tenía ganas de estar en el set. Nunca me había pasado eso. Es mi película más oscura y triste. 

Una vez coincidí con Apitchapong en la Ciudad de México y estuvimos hablando de Polvo. Él había sido jurado en Locarno cuando yo competí con esa película. Según él, la quiso premiar, pero no hubo consenso. Tengo la sensación de que, como mi cine no es ni tan comercial ni tan radical, no se ponen de acuerdo en las apreciaciones acerca de mi trabajo. 

Yo intento ser fiel conmigo mismo y mantener lo artesanal y lo político en el subtexto, bajo mis propias reglas de construcción del guion y la puesta en cámara. Mis guiones no son académicos, tampoco uso Final Draft. No soy de manual ni de teorías cinematográficas. No me interesa hacer cine pensando en otras películas. No me sale. 

Las marimbas del infierno.

Una película que se hizo con cero expectativas y me puso en el mapa de una manera que nunca me imaginé. La hice con cinco personas, sin guion. Solo tenía una sinopsis. Experimenté con el fuera de cuadro, con la improvisación, con el humor y el drama. 

Las marimbas del infierno genera empatía y cariño. Es la película por la que más veces me han abrazado. Retrata lo que significa crear en un lugar como Guatemala.

Guatemala es el país que más se autosabotea. Guatemala se encuentra en la miseria por las decisiones que se toman y porque una guerra ocasionó que allí la gente no piense como comunidad. 


Julio Hernández Cordón

Julio Hernández Cordón.


¿Qué cambiarías de tu carrera? 

No cambiaría nada. Han sido mis decisiones y he aprendido de ellas. A veces me dan ganas de no tener tanto pudor en vender mi alma.

Directores o directoras de Centroamérica que crees que hay que seguir. 

Hay tres que no hace falta mencionar: Jayro Bustamente, Paz Fábrega y César Díaz.

Pero, para mí, la gente que hay poner en el radar son: 

  • Laura Baumeister, de Nicaragua. Ella es la sensación del momento, y es probable que se convierta en un referente.
  • Ana Endaram, de Panamá.
  • Ariel Escalante, de Costa Rica. Estoy colaborando con él en la producción y lo he acompañado en la escritura de su segunda película. Tiene un guion poderoso, y me emociona ser parte de ese proyecto.
  • Sofía Quirós, de Costa Rica.
  • Josué García, joven documentalista de Guatemala.
  • Peppe Badalamentí, de Guatemala. Es muy estético y sus historias son oscuras.
  • Julio López, de El Salvador.
  • Kim Torres, de Costa Rica. 
  • Ameno Córdova, de Guatemala. 
  • Pepe Orozco, de Guatemala. Sus videoclips son artesanalmente bellos.
  • Andrés Rodríguez, de Guatemala. Acaba de terminar su ópera prima, Roza.
  • Alexandra Latishev, de Costa Rica.
  • Nicolás Wong, de Costa Rica. Es el fotógrafo más reconocido de Centroamérica, pero también es director. Cuando decida hacer una película, va ser muy poderosa.

Y tus películas imprescindibles (de cualquier parte).

No soy mucho de listas ni de top tens. Te voy a mencionar películas que he comprado en DVD y que me emociona que estén en mi casa.

  • For a Few Dollars More, de Sergio Leone.
  • Familia Tortuga, de Ruben Imaz. Me hizo sentir que podía hacer cine con lo que tenía a la mano. Además, estudió un año más arriba que yo en la escuela de cine. Su actitud me inspiró.
  • Paisaje en la niebla, de Theo Angelopoulos.
  • Pickpocket, de Robert Bresson.
  • Leaving Las Vegas, de Mike Figgis.
  • Wendy and Lucy, de Kelly Reichardt.
  • The Cranes Are Flying, de Mikhail Kalatozov.
  • El hombre del brazo de oro, de Otto Preminger.
  • Slacker, de Richard Linklater.
  • Las tortugas pueden volar, de Bahman Ghobadi.
  • ¿Dónde está la casa de mi amigo?, de Abbas Kiarostami.

Bueno, hermano, muchas gracias por tu tiempo y por tus ganas. Ojalá podamos ver pronto esos nuevos proyectos que tienes en la cabeza. Antes de acabar: si solo puedes salvar del fuego tres de tus obras, ¿cuáles serían?

Hasta el sol tiene manchasLas marimbas del infierno y Te prometo anarquía




Algo sobre mi madre - Carlos Lechuga

Algo sobre mi madre

Carlos Lechuga

Hace poco mi madre me preguntó si yo de niño me abochornaba de ella. En las graduaciones y fiestas de la primaria, según mi madre, yo trataba de que ella no fuera. En ese momento, como en una película austriaca, yo no pude decirle a mi mamá: “No seas boba”. No. En ese momento yo solo me hice el ofendido. Hubiese sido más fácil decirle: “Te quiero”.


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