Sexo y Revolución. Escuelas para prostitutas en Cuba

La Revolución cubana fue, entre otras cosas, un proyecto moralizador. El periódico Combate, órgano oficial del Directorio Revolucionario, una de las fuerzas políticas que había contribuido al derrocamiento de la dictadura batistiana, estuvo entre los medios que con más recurrencia reportaban las acciones de saneamiento y moralización del Gobierno. Al final de cada edición, se publicaba la sección “Tres puntos”, que contenía las máximas que la ciudadanía debía seguir.

Este periódico es una fuente bastante particular para el estudio de la crónica roja en los inicios de la Revolución. Las historias sobre pactos suicidas, asaltos y crímenes pasionales, el decomiso de cargamentos de marihuana, los juegos de azar como la bolita, estafas, robos y el arresto de chivatos o confidentes del régimen anterior, eran bastante comunes. En otras notas se hablaba de policías que asesinaron a sus esposas por celos o de mujeres que prendían fuego a sus parejas por razones similares. En Combate también se hablaba de religiosidad popular. Uno de los reportes más simpáticos que encontré, está relacionado con una mujer que acusó de brujería a su vecina, porque le daba “bilongo” a su marido para conquistarlo. Con la desaparición de este periódico de la esfera pública de inicios de los sesenta, concluyó este tipo de coberturas y crónicas.  

La prostitución fue una de las grandes preocupaciones de Combate. El rotativo ofreció amplia cobertura a la campaña del Gobierno para eliminar el trabajo sexual. Uno de los primeros pasos, fue la eliminación de las mirillas con que contaban las casas de citas y los prostíbulos. Esos artefactos se utilizaban para llamar la atención de los transeúntes sin tener que exponerse en la vía pública. La policía también ordenó reducir el horario de funcionamiento de los burdeles y ordenó la concentración de las meretrices por zonas y estrictos protocolos de salud. En un artículo en Combate el domingo 5 de abril de 1959, el periodista Gilberto Reyes Quintero comentaba que la Dirección General de Orden Público y el Ministerio de Gobernación:

“se ven complacidos por el auxilio que han prestado agentes de la autoridad, en especial de la policía secreta revolucionaria en relación con taparle la cara fea a nuestra ciudad de La Habana y las demás de Cuba, evitando el escándalo con que la prostitución se proyecta en la vía pública (…) Los barrios llamados de tolerancia tienen sus puertas y sus mirillas cerradas, ya no hacen llamadas a invitaciones obscenas, no hay expendio de licores, no hay victrolas en su interior. En los bares ya no hay camas y sus muchachas son realmente obreras. La que maneja las bandejas atiende al parroquiano. No hace fichas, no se sienta a tomar. No es prostituta.[1]

En la noche del 12 de mayo de 1959, el Director General de Orden Público, doctor César Blanco, en compañía del capitán Arturo Machado, jefe de la tercera estación de la Policía Nacional Revolucionaria, procedió a la clausura del cabaret Morocco, situado en Prado y Neptuno, “por infracción de las resoluciones 1112 y 1025, dictadas por Ministro de Gobernación y otros artículos del Código de Defensa Social”.[2] Se explicó que la decisión se tomó porque “en el mencionado establecimiento, se profieren palabras obscenas por los concurrentes en un ambiente de casi absoluta oscuridad, propicio para gestos y movimientos indecorosos, tanto en las mujeres, así como en homosexuales que son asiduos concurrentes al mismo”.[3] En el lugar, se añade, “se ejecutan movimientos en los shows, por personas que no son afiliadas del Sindicato de Artistas, las que realizaban actos públicamente contrarios al decoro y las buenas costumbres”.[4]

La campaña contra la prostitución no se limitaba a La Habana, sino que se extendió por toda la nación. En abril de 1959 se diseñó una operación policial en la Isla de Pinos para inspeccionar “distintos lugares de dudosa moralidad, y atender denuncias formuladas en contra de estos establecimientos”.[5]

Una vez concluida la inspección, se decretó “la clausura de una serie de prostíbulos y bares que estaban situados dentro de la población, que expedían licores y que tenían victrolas accionadas por monedas”.[6] En el reporte se publicaron los nombres de algunos antros y la cantidad de personas que fueron arrestadas. En el bar Las dos palmas, por ejemplo, encontraron cuatro mujeres que se dedicaban a estos menesteres. En el Dos gallitos, seis; en el Oso blanco, cinco menores de edad y siete mujeres. En el Millesent, el Lily y en el Nuevo Progreso había tres mujeres.[7]

En 1961, el Gobierno promulgó la Ley 993, con la que hacía pública y oficial su posición contra la prostitución y el proxenetismo. Sin embargo, esa política ya venía implementándose. Mientras se cerraban los prostíbulos, se desarrollaron algunos programas de rehabilitación y reeducación para chulos y meretrices. La rehabilitación es un término de contenido higiénico y bajo esta premisa, la prostitución pasó a ser considerada como una enfermedad y una “lacra social”. 

Las prostitutas fueron enviadas a granjas-escuelas en varios lugares del país, donde se las recluía y obligaba a aprender otros oficios. Una de ellas se estableció en el Wajay, a las afueras de la Ciudad de La Habana, tomó el nombre de “América Libre” y ocupó los terrenos de la finca La Comparsa, propiedad del músico Ernesto Lecuona, antes de ser confiscada por el Gobierno revolucionario. 

El programa de reeducación de proxenetas y prostitutas fue implementado de modo secreto por el Ministerio del Interior, y comenzó con un censo de las trabajadoras sexuales. Una de las encargadas del asunto fue la teniente Olga Ferrer Vallarta, graduada de la Escuela de Responsables de Milicias en 1960. La oficial, pasó a trabajar al Ministerio del Interior en 1961, bajo las órdenes del comandante Ramiro Valdés. Con 92 años, Olga Ferrer me recibió en su apartamento en La Habana, el 6 de enero de 2012. En aquella conversación, me compartió sus experiencias sobre la reeducación de prostitutas y su labor en el censo. A la anciana le fallaba la memoria y no estuvo tan articulada como hubiera querido; pero conservaba un archivo personal que contiene elementos importantes sobre esa experiencia. 

Hoy comparto con los lectores algunas páginas de un informe que Olga Ferrer le envió al MININT y que pueden ser leídas como Memorias. Reproduzco el documento tal y como llegó a mis manos, respetando el estilo y la puntuación. Aquí, Ferrer ofrece detalles del sistema de clasificación empleado en el censo e información poco conocida sobre esa historia. Con esta entrega, cierro la primera temporada de “Fiebre de Archivo”. Después de un año, considero oportuno hacer una pausa. Hypermedia Magazine siempre será mi casa. Agradezco a los lectores el apoyo que me han dado durante este viaje. Hasta pronto. 


páginas de un informe que Olga Ferrer le envió al MININT

Página del informe que Olga Ferrer le envió al MININT.


El censo y la recogida de prostitutas

Olga Ferrer Vallarta

A fines del año 1961, fui trasladada de la OMI (Organización Militar Industrial) a Ministerio del Interior, para integrarme en una labor que se realizaba, dedicada a erradicar esa lacra social que es la Prostitución. Empecé esa labor a raíz de haber pasado por el golpe terrible de perder a mi querido esposo, en una tragedia que sumió mi vida en una insoportable angustia, que me dejó sin fuerzas, vacía por dentro, destrozada. La voluntad de vivir, compañeros que me prestaron su apoyo en ese instante cruel de mi existencia, me hicieron reaccionar, y, luego, ese trabajo nuevo para mí y que puso frente a mi problema, los de cientos de personas, que también tratando de huir de sus tragedias, se habían refugiado en el peor de los caminos, como el de vender sus cuerpos por dinero, para solventar su necesidades económicas y prestar ayuda a los suyos.

Así, se fue llenando mi vida y sin haber olvidado mi inmensa pena, me entregué de lleno a la tarea de conseguir por medio de mis palabras, sinceras palabras las mías, puesto que en ellas sólo relucía la verdad, el inmenso deseo que dejaran esa vida tan llena de vicisitudes y miseria moral, por una vida digna, darles la oportunidad que se reintegraran de nuevo al seno de la sociedad, completamente superadas e independientes.

No sé escribir y esa es mi gran pena, pues quisiera poder dejar aquí señalada mis pocas experiencias en esa labor de captación voluntaria que se ha llevado a cabo, y digo pocas experiencias, pues reconozco que tengo mucho que aprender en todos los sentidos y más que nada en ese trabajo tan hermoso, como es el de rehabilitar personas, para hacerlas más útiles a la Patria, pues sé que el día de mañana, otros países querrán conocer nuestras experiencias en éste sentido, ya que somos el primer país de la América Latina, que está erradicando todas las lacras sociales que el capitalismo nos dejó y que en nuestra Revolución Socialista no pueden ni deben subsistir. No obstante trataré de dejar aquí mis impresiones, mis sensaciones, mis reacciones al enfrentarme por primera vez a ese sistema de vida que siempre estuvo al margen de la mía, puesto que tuve la suerte de desconocer esa parte fea de la misma.

El Ministerio del Interior realiza los trabajos de erradicación de las lacras sociales, entre las cuales se hallaba en índices alarmantes la prostitución, sobre todo en la ciudad de La Habana, donde nunca antes se había hecho algo serio y positivo por terminar de una vez con ese mal que la vieja sociedad capitalista no ha podido resolver en ningún lugar.

Comenzó el trabajo confeccionándose un censo por todos los prostíbulos, los bares donde trabajaban como meseras; así como también las llamadas caminantes, que por aquella época abundaban por las callea más céntricas de la ciudad, mediante un sistema de planillas, que aunque no fue completo, pudimos conseguir datos suficientes para conocer que el mayor número de ellas, en su totalidad, estaban en esa vida por necesidades económicas, arrastradas por la cruel sociedad capitalista, o más bien como producto de esa propia sociedad. 

Así mismo y aunque repito, no fue completo el censo, se estimó que sólo en la Ciudad de La Habana, existían, a fines del año 1961, más de 5000 mujeres que de una forma u otra, vivía de la prostitución. Otra de las cusas determinantes, fue la ignorancia, pues la mayoría eran analfabetas o con un grado de escolaridad sumamente bajo. Poquísimas resultaron tener rebasado la primera enseñanza, siendo éstas las más de convencer a nuestro plan, ya que a ese medio no fue la necesidad económica, ni la ignorancia quien las llevó, sino la ambición y la vida fácil, y aunque digo fácil, considero sea el camino más duro y horrible que mujer alguna pueda concebir.

Del censo realizado en La Habana, encontramos que la mayoría procedían del campo (la miseria que existía en esos lugares, las hacían venir a la ciudad en busca de trabajo, o bien, eran engañadas por un hombre que luego las abandonaba, la mayoría de las veces embarazadas, y abochornadas no se atrevían a regresar a sus hogares), entonces sin condiciones, puesto que no tenían preparación alguna, se limitaron a venir de criadas, donde a principio pensaban que habían encontrado lo mejor, pero a la postre, no les alcanzaba para la solución de sus problemas y trataban de resolverlos mediante el trabajo en una cafetería. Allí, el roce con muchos hombres, sus propuestas que al relajársele la moral, por todos los anteriores conflictos, ya no las herían, pasaban a convertirse en meseras de un bar y luego les daban propinas. Allí salían con los hombres que más les agradaban, y ya se iban acostumbrando a entregar su cuerpo por dinero, ya su llegada al prostíbulo era un paso. Al principio y según me contaron algunas, les fue muy duro; pero luego se fueron acostumbrando y muchas llevaban varios años metidas en ese ambiente, y resignadas a su suerte. Nos encontramos casos de algunas que sentían orgullo de haber educado sus hijos, gracias, según decían a su trabajo, otras, sin embargo, que estaban asqueadas de esa vida y temerosas de que sus familiares descubrieran la verdad de sus vidas.

Mi primera impresión al entrar en un prostíbulo, fue de algo tan desagradable que a los pocos instantes deseaba marcharme, pues era tal la suciedad que en él existía (posteriormente visité otros en mejores condiciones de higiene), las mujeres que en éste lugar se encontraban demostraban una total carencia de pudor, y lo que menos podía soportar era la visita de aquellos hombres entrando y saliendo, como una manada de corderos, me repugnaban. (Quiero hacer constancia aquí, de una compañera que ésta primera impresión le produjo una tuerta aversión a su esposo, por suerte superada después, pero que le hizo vivir momentos difíciles en su vida conyugal).

Pasado ese primer momento y consiente de la labor que nos llevaba a allí, olvidé que estaba en un prostíbulo y me acerqué a ellas sin ningún prejuicio, con la verdad, la lógica y el sentido común. Con estos argumentos convincentes debíamos lograr su confianza, derrumbando todos los miedos y temores infiltrados en sus mentes exprofeso por el lumpen y la contrarrevolución, que giran alrededor de ellas para impedirles su salida de la vida inútil y llena de vicios que llevan, para otra segura, útil y de verdadero amor al trabajo. (Uno de los mayores obstáculos con que tropezamos al principio fue la leyenda de la tomatera, pretexto que ellas esgrimían para negarse a ir al Centro de Superación Femenino, que nosotros les brindábamos, pues siempre se les dijo que la única vía era la Escuela y de esta a su casa con un trabajo digno, pues decían que las íbamos a llevar a sembrar y recoger tomates en granjas). Es curioso observar cuando llegamos por primera vez a esos lugares, ellas estaban como unos erizos, prestas a demostrar su gran desconfianza. Es natural puesto que siempre han sido explotadas, vejadas, discriminadas y ésta mentalidad era producto del propio medio en que se desenvolvían, prestas también a decirnos mentiras; pero era digno de estudio, cuando empecé a explicarles el porqué de nuestra visitas (las hacíamos periódicas). Nuestra preocupación por ellas, por sus hijos, que la Revolución les abría nuevas perspectivas, brindándoles seguridad por medio de Centros de Superación, aprender un oficio, elevar su conciencia política y su nivel escolar, les decíamos que en un próximo futuro que este sistema de vida que llevaban se iba terminar y no deseábamos cuando se cerraran los prostíbulos, se encontraran en la calle sin recursos para mantenerse, se les notaba que se iban tranquilizando y deseaban contarme cosas de sus vidas. Decían sus verdaderos nombres que hasta hacía muy poco habían ocultado, (en estos lugares se cambian los nombres verdaderos por otros), en fin que iba consiguiendo que si no del todo, fueran cogiendo confianza y se sintieran cómodas y dispuestas a oírnos y a discutir políticamente sus problemas y hacerles ver la necesidad de superarse. En muchos lugares encontrábamos muchachas con verdaderos deseos de salir de la prostitución y han sido elementos más fáciles para convencerlas de que se internen en los Centros de Superación Femenina, pero otras nos demuestran ser reacias al internado y sin tregua les insistimos repitiéndoles hasta la saciedad que la Revolución había llegado hasta ellas dispuesta a sacarlas del fango en que se encontraban y reintegrarlas de nuevo a la Sociedad, con todos sus derechos y con todos sus deberes. También algunas estaban deseosas de cooperar con nosotras y les agradaba la idea de ser primeras en eso de la reeducación de ellas.


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Estábamos muy conscientes de que todas estaban prostituidas por el ambiente, cada caso había que tratarlo distinto y con las características apropiadas en el momento. Son muchas las anécdotas que en tantos meses de esa bella pero dura labor de captación hemos recopilado en nuestras mentes, como fue aquella noche de Reyes, en que les obsequiamos bellos juguetes para sus hijos, y a verlas cuando tocábamos a sus puertas ya de mañana, con las caras somnolientas, nos abrían y se sorprendían exclamando: “Por fin, alguien se acuerda de nosotras”. Efectivamente, le contestábamos, la Revolución cubana ha llegado a vuestras puertas, como llega a la de los seres más explotados y humildes del pueblo.

Recuerdo una noche que llegamos a la Zona de Tolerancia, donde estaban los prostíbulos y nos dirigimos a una de ellas, y por exceso de trabajo, se nos había pasado la hora de comer y decidimos empezar en la labor de la captación de ellas sin ingerir alimento; pues bien, ellas se enteraron y sin decirnos nada una salió a la calle y a los pocos instantes se apareció con unos emparedados y refrescos  y allí sentadas en las mismas camas (que momentos antes habían servido para hacer de la entrega total, que por amor es tan sublime y que sin embargo por dinero algo tan denigrante), nos comimos lo que tan generosamente nos habían ofrecido. 

Y que decir del drama de aquella prostituta ya mayor, que suspiraba por un hijo y que a pesar de haber pasado por tantos hombres, no pudo realizar su gran anhelo. Otra, que a la inversa, cargada de hijos, deseaba que todos se le becaran y que era visita frecuente al Ministerio. 

También ahora recuerdo de una fiesta que se celebró en la escuela “Finca América Libre” en homenaje al 26 de Julio, habíamos invitado días antes a toda mujer de la calle (prostituta) a visitar y participar en dicha fiesta. Algunas fueron, otras no, por temor a que fuéramos a dejarlos por la fuerza allí. Me parece estar viendo el parque frente al Malecón, donde habíamos parqueado los ómnibus que las trasladarían a la Finca, era una mañana llena de sol y que nos hacía sentirnos optimistas de que vendrían muchas, sin embargo, a pesar de haber llenado uno de los transportes, el otro seguía vacío, cosa que me mortificaba, pues hubiera deseado llevarlos llenos pues sabía con la ansiedad que las mujeres que ya estaban internadas en la Escuela, deseaban ver a sus antiguas compañeras, para que vieran que se sentían bien contentas. Decidida a no llevarlo de este modo, me fui a recorrer las posadas en busca de prostitutas, pues sabía que a aquella hora los prostíbulos estaban cerrados, sin embargo me encontré las calles desiertas. Sólo pude hallar a dos mujeres que se hallaban en una posada; ellas se sorprendieron al verme, y, luego de hablar un rato considerable, una de ella se ofreció a acompañarme, no así, la otra que se puso muy nerviosa y manifestó no poder ir. La mujer que iba conmigo estaba cabizbaja, como quien se resigna a su suerte, y me daba pena verla así por lo que le pregunté: “¿Tienes hijos?”, Sí, me respondió, un varón. Pues vamos a buscarlo para que él también se divierta en la fiesta. Cuando hube dicho esas palabras, la cara de ella resplandeció, sus ojos se tranquilizaron, me dio la dirección y fuimos a buscar al niño. Lo encontramos jugando y sucio; lo bañamos, lo vestimos y nos fuimos junto al centro. Hubo varios ingresos después de aquello. 

Quiero dejar constancia aquí, que a pesar de que esas mujeres a pesar de encontrarse en la capa más prostituida de la sociedad, siempre nos recibieron con respeto, a pesar de cierta psicología que tomamos cuando fue pasando el tiempo, nos hacía comprender cuando en verdad estaban interesadas en lo que les hablamos, cuando prestaban atención por pura hipocresía, cuando eran desfachatadas, desgraciadas, alcoholizadas, (me viene a la mente, una de estas últimas que quiso ir al Centro de Superación para librarse del vicio de la bebida y lo logró. Era mayor y presentaba todas las características de las mujeres adictas al trago.

El problema de las mayores de 35 años de edad, me ha preocupado hondamente, pues la mayoría están dispuestas a salir de esa vida mediante un trabajo, pero aún las condiciones no son favorables para ello y además no saben un oficio y a veces ni leer ni escribir.  Sin embargo, tenemos que hacer algo, tal vez que aprendan algo en menos tiempo, para poder ubicarlas en algún centro de trabajo.

En nuestras visitas siempre les hacíamos ver que ellas aún podían ser útiles a la Revolución, que allí manteniéndose en los prostíbulos, le hacían daño a la Revolución, ya que ellas eran verdaderos parásitos de la sociedad, puesto que no producían nada y consumían lo que sus hermanos los obreros laboraban; ya estos temas políticos-económicos los iban comprendiendo. Cuando el acuartelamiento de octubre de 1962, al movilizarse todo el país, resultaba que casi todas tenían algún ser querido en una trinchera.  Aprovechamos esta situación a que analizaran su vida sin sentido y la de los suyos tan distinta.

Muchas creían de buena fe, que en el prostíbulo iban a encontrar un buen hombre que las sacara de esa vida, y yo les decía, por favor, pongan los pies sobre la tierra, a cuantas de ustedes les ha pasado que un hombre encaprichado momentáneamente por vuestra belleza las ha llevado a vivir con él, reprochándoles más tarde, su condición de prostitutas y cansado abandonarlas. Es cierto, reconocían ellas, a casi todas no ha sucedido. Entonces reconocían que ese no era el camino correcto para salir de aquel lugar.

Como en su mayoría eran de origen humilde, se consideraban parte de la Revolución; por otro lado, como veían que la Revolución trataba de sacarlas de esa vida, afectando sus intereses, reaccionaban contra la Revolución y en muchos nos encontramos verdaderos focos de contrarrevolucionarias. Considero que nuestra presencia en estos lugares, más que la Captación en sí para llevarlas voluntariamente a la Escuela da Superación, sirvió para abrirles los ojos y que comprendieran su Revolución. Esto nos dio la pauta para generalizar esta política en todas las zonas, armándonos con argumentos ideológicos para poderles rebatir sus puntos de vista tendenciosos contra la Revolución. Muchas nos alegaban que si en los países socialistas no existían prostitutas, cómo era posible que vieran a muchos soviéticos, visitándolas. Esto para nosotros resultaba difícil de explicar y muchas ocasiones traté de que se tomaran medidas para evitar ese feo espectáculo. Unido a todo esto, desgraciadamente también acudían compañeros del Ejercito Rebelde, posteriormente se tomaron medidas para evitar esto, que dieron buenos resultados.

Estas mujeres que ganaban tanto dinero, con igual facilidad lo gastaban en cosas superfluas y de lujo, como eran vestidos, perfumes, etc. y venir el racionamiento por las necesidades de nuestro país y el bloqueo, les explicábamos que para que querían tanto dinero; por otro lado al distribuirse el calzado por sindicatos, les impedía adquirir zapatos, en fin la propia realidad de la vida, unida a las trabas, que por nuestra orientación les imponía el D. O. P. (reducirles el horario de su funcionamiento en los prostíbulos, agruparlas con otras mujeres de otras zonas, chequeo de salud, obligarlas a asistir a las clases de seguimiento), les hacía más difícil esa vida.



Olga Ferrer Vallarta.


Aunque parezca mentira hay categorías de clase entre ellas, las que funcionan en los bares se creen superiores, se ofenden si se les califica de prostituta, teniendo que convencerlas mediante el análisis de lo que es una prostituta. Toda mujer que vende su cuerpo por dinero, sus caricias por ese vil metal, tanto en su propia casa, como en un hotel o en un prostíbulo.

Con respecto a la Captación, últimamente se ensayó, y dio resultado citarlas por las noches en los prostíbulos para que me visitaran a la mañana siguiente en mi Departamento en el Ministerio. Debido a la confianza que estas mujeres tienen en esa labor, o sea, están seguras de que yo nunca he empleado ningún método coercitivo con ellas, todas vinieron a verme y a llenar de nuevo las planillas. Me gustaba esa forma de realizar el trabajo, por la sencilla razón que no me concretaba solo a escribir lo que ellas me decían, en respuesta a las preguntas de dichas planillas, sino a  la vez, sin darme por vencida, trataba de captarlas para la Escuela (y conste que se trataba de las mujeres renuentes a internarse en el Centro) y logré unos pocos ingresos, pero a su vez trataba de resolver los casos de las mayores de 35 años de edad, que no las aceptan en el Curso de la Escuela, para orientarlas a resolver sus problemas por la vía de un honesto trabajo.

Algunas de estas mujeres habían llenado las planillas 2 años atrás, y tantas como dijeron la verdad en aquella ocasión, otras tantas nos habían mentido. No dejé pasar la ocasión de decírselo mientras las confrontaba, y la excusa que aducían era que al principio tenían temor de nosotros.

Esto lo resalto aquí, para que se vea como este trabajo de captación fue positivo y tuvo éxito, pues creó en la mujer un ánimo de confianza hacia nosotros que representamos para su futuro, su refugio y seguridad.

Las mujeres en el bar, siempre han sido algo conflictivas, ya anteriormente hice referencia a sus falsas creencias de no considerarse prostitutas como las demás. También la labor de captación en esos lugares se dificulta, la mujer por lo regular está tomando bebidas alcohólicas y sentada en la mesa compartiendo con algún ciudadano, que también por lo regular está en tragos. Este a veces trata de dificultar nuestro trabajo, objetando que su acompañante vino con él, cosa que no es cierto, pues el encargado de la cantina tratando de cooperar con nosotros, nos las señala, y tenemos que convencer al sujeto con mucho tacto, para no formar escándalo, de la necesidad que tenemos de conversar un momento con ella. Además, de estos inconvenientes están los de las victrolas, que con los últimos números musicales de moda, nos ensordecen, pero así y todo seguimos firmes y tenemos muchas alumnas en la escuela de superación que proceden de los bares.

Hay algo común en todas las mujeres prostitutas, a pesar de que son vendedoras de caricias, ellas no sienten el placer al entregarse a los hombres, sino aquel lo guardan para ofrecérselo a su hombre, que es el que vive explotándolas, pero que ellas necesitan para satisfacción del cuerpo y del espíritu. Tanto es así, que aunque el D.O.P. los recoja y los envíe a una granja, ellas fabricarán otros, es decir creo que mientras existan prostitutas, existirán proxenetas.

Hay también la mujer prostituta, homosexual, otro serio dolor de cabeza para nosotros, pues aún no tenemos el lugar apropiado para rehabilitarlas. Confieso sinceramente sentirme impotente ante ese mal, pues según he consultado con médicos psiquiatras, la curación de estas es casi imposible, exceptuando algunos casos en que ellas sientan verdadera angustia por su estado, y en manos de un médico psiquiatra, se pueda salvar, pero así y todo es difícil. Siempre he tratado lo más rápido posible de trasladar a las mujeres que están en las cárceles para los Centros de Superación, porque he considerado que la promiscuidad de ellas en las prisiones crea nuevas homosexuales, y es preferible que se escapen de la Escuela, pues considero del mal el menos. Lo ideal sería poder encontrar un lugar donde mediante un tratamiento se pudiera hacer algo en este sentido, pues en forma alarmante se está produciendo ese problema HOMOSEXUAL.

Otro tipo de prostituta, es la que hurta, en la propia escuela hubo casos de desaparecerse cosas e investigándose se llegó a la conclusión de que la culpable tenía antecedentes de robo desde el prostíbulo. Yo fui una vez testigo de la acusación que le hizo un hombre a una de ellas saliendo del prostíbulo, de que le había robado el dinero de la cartera, mientras él se desvestía. También entre sí se roban unas a las otras.

Las caminantes les hacían competencia desleal, ya que aparentemente no tenían tantos obstáculos impuestos por el D. O. P. y para nosotros también era difícil controlarlas para verlas y conversar con ellas, pero actualmente hay una disposición nuestra que si son sorprendidas en la vía pública en su negocio van presas. La mayoría ha optado por funcionar en los prostíbulos. Natural que esto crea malestar en las que se consideran mejores.


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Yo siempre tuve la idea, que estas mujeres que estaban en esa vida, eran muy bellas, sin embargo, no es así, casi en su totalidad adolecen de belleza y de juventud. He encontrado tantas arrepentidas de haber ingresado en esta mala vida, como el caso de Mercedes, madre de varias hijas, y sufriendo terriblemente de pensar que ellas pudieran caer en eso. Es una ruina humana que he puesto por ejemplo muchas veces al resto de ellas, para que se vean en un espejo el día de mañana.

En los primeros meses de ésta labor de captación, fueron muchas, más de cientos, las que deseaban voluntariamente pasar el curso en la Finca América Libre. Por las tardes las llevaba para el Centro, pasando primeramente por sus casas a recoger sus cosas, les sellaba el cuarto donde vivían, si es que es que ellas así lo pedían para su tranquilidad y nos íbamos rumbo a la Escuela, donde iban a pasar muchos meses (de acuerdo a su evolución y comportamiento en el mismo serían más o menos meses), y salir ya de allí convertidas en obreras de distintas fábricas y talleres.

Siempre que visito la escuela, van a mí en bandadas a saludarme, besarme, me demuestran afecto, unas están contentas, otras dicen que cuando se irán de allí, honestamente son tantas las preguntas que me hacen, que la mayor parte de las veces me voy completamente atolondrada, pero eso sí, siempre feliz de ver que se van encaminando (…)

Les hemos becado a sus hijos en Círculos Infantiles y Escuelas y a las que no deseaban esto y era necesario/ previa investigación, se les pasaban ayudas económicas al familiar o persona amiga que le cuidaba sus hijos. Me siento orgullosa de participar en esta labor que ha dado fruto, pues por vía voluntaria han ingresado en la escuela y que yo he llevado, procedentes de bares, prostíbulos y cárceles, mas de 500 mujeres, por lo cual considero que el trabajo de captación fue positivo, y he tenido noticias de que muchas de esa mujeres que ayer sacamos d esa mala vida, hoy son obreras vanguardia su centros de trabajo, milicianas, etc.

Quiero hacer referencia aquí, de la actuación magnífica de varias internadas en la Finca América Libre, que trabajaban en una fábrica textil sin devengar sueldo alguno por el momento, y que en un instante de crucial importancia para la fábrica, supieron hacer frente y resolver, aún a costa de más horas de trabajo, pero que puso el nombre de la Escuela de Superación muy alto (…) Algunas han contraído matrimonio con compañeros de la fábrica y otras tienen novio y han recuperado todas sus ilusiones, que hacen tan bella la vida y que ellas habían perdido. 




Notas:
[1] Gilberto Reyes Quintero: “Erradica Gobernación las lacras sociales”, Combate, La Habana, domingo 5 de abril de 1959, p. 7.
[2] “Clausuran un cabaret en Prado y Neptuno”, Combate, La Habana, 13 de mayo de 1959, p.8. 
[3] Ídem. 
[4] Ídem.
[5] “Batida al vicio en la Isla de Pinos”, Combate, La Habana, martes 21 de abril de 1959, p. 8.
[6] Ídem. Ya el Ministerio de Gobernación había emitido el 12 de febrero de 1959, la Resolución No. 894 que suspendía los permisos de instalación y funcionamiento de instrumentos o aparatos mecánicos mediante inserción de monedas y victrolas automáticas en todo el territorio nacional. 
[7] Ídem. 




Abel Sierra Madero

Mariela Castro: “¡Cojones, congratulation!”

Abel Sierra Madero

Uno de los asistentes le había tirado una botella llena de agua y Castro Espín tuvo que esquivarla con rapidezpara que no le impactara en la cabeza. El botellazo me llevó a 2008, cuando el periodista iraquí Muntazer al Zaidi, arrojó sus dos zapatos al presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.





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