Amanda Laurent Santana Rizo: “Tengo incluso la cara tatuada”




¿Cómo ves la evolución del arte corporal en el transcurso de los años?

Desde el punto de vista estético es increíble lo que se puede lograr ahora en comparación con veinte años atrás. La invención de máquinas con sistemas rotativos y muchos otros suplementos hacen posible que prácticamente cualquier diseño pueda llevarse a la piel, con la adición de pigmentos más brillantes y duraderos, incluso veganos y mucho menos tóxicos.




Desde lo social también ha evolucionado bastante, es más común ver personas de diferentes generaciones tatuadas, aunque todavía quedan muchos prejuicios en Cuba; sobre todo a nivel institucional. Es triste que en la actualidad se tome en cuenta para determinados trabajos que la persona tenga tatuajes visibles y que esto represente un impedimento.




¿Cómo lograbas obtener materiales de trabajo? ¿Cómo lo logras hoy?

A través de clientes que los traen de afuera; también con algunos amigos que viajan; o los compro a precios absurdos en grupos de WhatsApp.




¿Te han afectado los tabúes sobre el tattoo en Cuba?

En mi caso no tanto, nunca he trabajado para el Estado. Estudié solo dos años de Comercio y abandoné la carrera, desde entonces trabajé en cafeterías particulares y me dedico al tatuaje hace nueve años. Para mí es un estilo de vida y me atrevo a decir que es mucho más la aceptación que siento, al menos con las personas que me suelo relacionar; obvio que siempre hay alguien que te mira con desprecio en la calle. Tengo incluso la cara tatuada, pero no me ofende, ya me acostumbré.




¿Qué significa para ti tatuar diseños que no son tuyos o fueron tomados de Internet? ¿Cómo afecta a tu proceso creativo y a la cultura del tatuaje?

Yo no estudié dibujo ni diseño ni nada vinculado al arte. Soy autodidacta. De niña tenía aptitud para el dibujo, pero mi familia no supo incentivar eso. Comencé a tatuar porque tuve una relación con un tatuador con más de veinte años de experiencia. En ese entonces comencé un curso de dibujo básico y no pasé de las tres primeras clases. Ya estaba tatuando y sentía que no me estaba aportando mucho al tatuaje como tal. Para mí no va precisamente de la mano y sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo; conozco a excelentes tatuadores que no dibujan ni diseñan; también conozco a excelentes pintores o dibujantes, incluso graduados de escuela, que han querido tatuar y no se les ha dado bien. El soporte es totalmente diferente; ahora, está claro que, cuando dominas las dos cosas, te superas como artista.




Yo no suelo diseñar mucho. En todo este tiempo he establecido un sistema de trabajo que me funciona: le pido al cliente una referencia de lo que desea o que me comente su idea y busco yo las imágenes en Internet; saco un diseño a partir de esas ideas, modifico, cambio, simplifico, quito o pongo elementos. Me gusta, por ejemplo, trabajar en base a una ilustración. Siempre trato de no usar como referencia una imagen de un tatuaje ya hecho. Aunque esto no es absoluto: hay clientes con idea fija que desean exactamente algo tal como está; a este tipo de trabajos no les hago fotos y no los uso para promocionarme en redes. También conozco a tatuadores profesionales con un prestigio haciendo realismo y básicamente usan una foto que llevan a la piel con un nivel de detalles impresionante. No están creando nada, tampoco diseñan; simplemente replican la imagen y es incuestionable el talento que poseen.

¿Cuál es el estilo en el que te sientes más realizado(a)?

El puntillismo, diseños ilustrativos, cosas más gráficas o minimalistas. 




Existen diferencias en el gremio entre condiciones, estudios, estilos, precios, etc. ¿Qué crees que deba prevalecer de común para todos?

Obvio, como en todos los gremios, depende del interés, la perseverancia, el compromiso, la dedicación y el sacrificio de cada quien con el tatuaje. Sé de artistas que llevan poco menos de dos años tatuando y poco a poco han ido creciendo y evolucionado; así como conozco a algunos que tienen fácil acceso porque viajan o tiene familiares que les traen mejores materiales, ya sea máquinas más caras, tintas, agujas etc., y su trabajo como tal deja mucho que desear.




¿Cuál es tu opinión sobre la situación legal del tatuaje en Cuba?

No es legal, pero tampoco ilegal. Yo, por ejemplo, no pertenezco ni siquiera a la AHS y, sin embargo, fui invitada a un festival que se hace todos los años en Pinar del Río, Ink Factory. Todos los años se hacen diferentes eventos, festivales etc., que incluyen al tatuaje, así que tampoco es que estemos escondidos haciendo lo que hacemos. Se habla de la ACATP, una asociación que tiene al frente a un exfiscal militar que desde hace algunos años está tratando de legalizar el tatuaje en Cuba. Me leí los estatutos de dicha asociación y en mi caso, simplemente, no quiero pertenecer a ella. No me quedan claro los puntos de carácter político de esta y tengo amigos tatuadores cubanos en muchas partes del mundo que coinciden conmigo. Supongo que son más de una las instituciones que deben mediar (salud pública, cultura, etc.) y creo que esto es lo que lo hace más difícil. 




En mi opinión, lo principal sería que cada tatuador tenga la oportunidad de obtener una licencia de sanidad y pasar cursos de higiene y epidemiología para obtener dicha licencia. 




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El acceso a Internet ha facilitado en gran medida que la cultura del ‘tattoo’ en Cuba se abra, que las personas tatuadas y los profesionales del tatuaje tengan acceso a más información y recursos de aprendizaje y visuales”.






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