Yunior Mariño: “Cuba se me estaba quedando pequeña”

Yunior Mariño nació en Holguín en 1976. Antes de radicarse en Estados Unidos, en Canadá y en México, donde reside actualmente, completó sus estudios en el Instituto Superior de Arte de La Habana.

Artista en todo el sentido de la palabra, Yunior Mariño no solamente trabaja como artista de la plástica, sino también como músico y diseñador. A través de todos estos medios, Mariño investiga las esencias y patrones universales del cosmos, la naturaleza y el tiempo; sabe capturar al espectador con el cromatismo y las formas de su pintura, las melodías etéreas y cambiantes de su música, y la belleza de su fotografía.

Mariño concibe la creación de sus pinturas como mantras, en el sentido de que a través de la repetición de una misma acción su mente se vacía completamente. El acto de pintar se convierte en una forma de meditación y de revelación. Para Mariño, el tiempo y el proceso de creación de una obra son el núcleo de lo que la pintura quiere significar, ya que la forma en que se hicieron es lo que son. Mariño enmarca el arte de la creación como una manera de arreglar simplemente lo que una vez hemos destruido. Utiliza activamente su pasado y el concepto del paso del tiempo con la universalidad, para así empezar a sanar su presente y su futuro. 

A Yunior Mariño, el arte de crear no le impone restricciones, puesto que abarca el universo en emanación. Sus pinturas no representan solamente lo que somos como unidades vivientes, sino también lo que somos como factores universales situados en un todo en expansión.

Empecemos por un autorretrato: háblame de tu infancia en Cuba, de tu familia…

En general, creo que la infancia en Cuba, a pesar de la pobreza y otras limitaciones, es bastante feliz. En este sentido, me siento afortunado de haber nacido y crecido en Cuba. Te das cuenta de que eres un ser diferente cuando vives en otras partes del mundo. Los cubanos tenemos la fama de ser muy amistosos y alegres.

En mi caso, tenía una doble vida. Cuando llegaba de la escuela me encantaba jugar fuera con mis amigos, hasta que nuestras madres nos gritaban que entráramos a cenar. Y, por otro lado, quizás por ser hijo único, pasaba mucho tiempo solo en casa dibujando, experimentando algo que hoy aún disfruto: la creación.

¿Cuál fue tu primera emoción estética?

No podría evocar un momento específico. Sí recuerdo momentos tempranos de curiosidad y contemplación. 

Cuando era bien pequeño, el círculo infantil al cual asistía estaba a solo unos diez minutos de mi casa. Mi abuelita me llevaba todos los días, y nos demorábamos demasiado en llegar porque yo siempre estaba mirando detalles y recogiendo cosas por el camino.

Otra cosa que recuerdo de mi niñez es que en el patio de casa había una fosa séptica que con frecuencia estaba abierta. Mis padres me habían comprado unas pistolas y un sombrero de vaquero, mi juguete preferido en ese momento. Lo llevaba a veces a la escuela, o me dormía con las pistolitas y el cinto de cowboy. Siempre sentí cierta curiosidad por ese agujero negro en el patio. No sabía qué era, y me preguntaba qué podía ser (mierda, claro). Un día decidí tirar las pistolas dentro de la fosa. Mis padres no entendían por qué lo había hecho. Yo tampoco entendía; hoy me imagino que fue por pura curiosidad.

¿Qué formación tuviste? ¿Cómo valoras la enseñanza que recibiste? 

Mi formación fue muy temprana. Comencé a asistir a la Casa de Cultura a los doce años, creo. Ya después, a los catorce o quince, ingresé en la Escuela Elemental de Artes Plásticas. Fui de la última generación de este tipo de escuela. Luego entré en la Escuela de Nivel Medio y terminé en el Instituto Superior de Arte.

Siempre odié la escuela, como todo niño o persona normal. Pero me siento afortunado de la formación que tuve. Debido a que la educación en Cuba es gratuita, la única manera de ingresar en una escuela de arte era siendo talentoso. Disfruté mucho de la compañía de los estudiantes de arte de otras ramas: música, ballet, danza, artes escénicas, etcétera. Fue una experiencia inolvidable.

¿Qué es el arte para ti? 

Mi cerebro se comporta diferentemente cuando estoy trabajando en una idea. Es el único espacio de excitación donde se activan ciertas áreas de mi mente. Quizás también puedo acceder a ellas haciendo o tocando música con amigos.

¿De qué manera has evolucionado como artista?

No creo que yo haya evolucionado mucho como artista. Quizás una primera etapa fue de preguntas y respuestas a esas preguntas. Después llegó otra etapa de entendimiento y de respuesta a este, y quizás de diversión.

¿Cómo definirías tu práctica artística?

Bastante egoísta, diría. Siempre estuve más interesado en entenderme a mí mismo como ejercicio más eficaz para entender el todo. No estoy interesado en ideas sociopolíticas, históricas, o incluso artísticas.

¿Eres reacio a explicar tu trabajo, al acercamiento crítico?

No me molesta hablar sobre mi obra, si bien trato de hacer obras con una visualidad que no requiera hablar mucho de ellas. Se trata de sentirlas.

¿Cómo contemplas tu estatus de creador en el siglo XXI?

No sabría hablarte con claridad de mi estatus. En cambio, reconozco mi impacto social como creador gracias a que la gente siempre me lo agradece.

Recuerdo un proyecto de espacio de conciertos que manejé como negocio durante un par de años en Toronto. En ese lugar ocurrían muchos de los mejores conciertos del país, porque además de la música también hacía espectáculos visuales con mi obra, juegos de luces y proyecciones de video, etcétera. Con frecuencia las personas se acercaban a mí para decirme que acababan de presenciar el mejor espectáculo de su vida.

Hoy, en México, donde resido, estamos construyendo un pequeño hotel de bungalows con una visión ecológica y artística muy a tono con el ser humano del futuro.

Mi producción artística dirigida al público de galerías, o a ese tipo de burbuja, aunque aún sigue viva, hace más de una década que no es mi prioridad. Mi prioridad es social, en la medida en que afecta directamente mi calidad de vida.

¿Qué artistas te han influenciado y a cuáles sigues admirando?

Uf. Hay tantas y distintas flores en el jardín que no me atrevería a escoger una. En realidad, no podría ser específico.

Desde la distancia, ¿cómo juzgas a tu generación, la de los años 2000?

Me encantó esta generación. Sobre todo el desenfado de artistas como Michel Pérez Pollo y Orestes Hernández. Creo que aportaron algo de frescura. El método que usaron es intrascendente: su actitud se impuso.

¿Cuál es tu apreciación respecto al arte cubano contemporáneo?

No sé si podríamos hablar de un arte cubano, aunque claro que lo hay. Pero quizás el término no me seduzca lo suficiente. Si me hablas de música, sí sabemos que es única en el planeta. Las instalaciones de Kcho me resultaron lo más cojonudamente cubano, a pesar de los pesares.

¿Qué relación mantienes con los artistas cubanos? ¿Y con los otros?

No mantengo ninguna relación profesional con los artistas cubanos, solo de amistad. He vivido en cuatro países hasta el momento, y nunca miro hacia atrás. Me he retirado de ellos porque tomé todo lo que tenían que ofrecerme. Agradecido estoy, pero no experimento ninguna nostalgia.

Háblame de tu proceso de creación.

Mi proceso creativo siempre ha sido muy tradicional. Aunque he hecho instalaciones, fotografía, diseño de muebles, esculturas, etcétera, siempre he pintado mucho.

Mi pintura tiene mucho que ver con el caos como único orden. Y a la vez es el producto de un proceso meditativo donde hasta el cuerpo está involucrado por el gran formato de los lienzos, convirtiendo las pinceladas en una danza.

El espacio de silencio y contemplación es el mismo que el de mi niñez, cuando dibujaba en los rincones de la casa.

Hace años que no dibujo ni hago bocetos antes de la obra. Voy al directo, me seducen los errores y accidentes.

Hoy, además de la pintura, estoy haciendo mucha escultura, con mucha influencia mexicana. Una escultura basada mucho en el espacio nebuloso de la muerte y la vida, y por la pura diversión formal ofrecida por los materiales. La mexicana es una cultura intensa, con mucha historia de sangre y alegría a la vez.

Como había mencionado antes, mi búsqueda siempre estuvo dirigida a entenderme a mí mismo. Una vez que tienes las respuestas, ya tu creación artística no es tan importante.

He atentado muchas veces contra mi “carrera” como artista en busca de espacios más reales. Por un tiempo me dediqué a hacer música. Nada como tocar música para sentir el aquí y ahora en su más placentera materialización. Y hoy estoy haciendo algo de arquitectura de la “nueva era”, por llamarla de alguna manera, y surfeando casi todos los días. Al unísono, estoy preparando una granja en las montañas para dedicarle más y más tiempo a la siembra y cría de algunos animales, e igualmente a la contemplación natural.

Estoy viviendo un estilo de vida acorde con una sensibilidad suprema o “artística”. El arte es casi secundario, ya no es una necesidad, es solo un placer más.

El arte me ha liberado hasta del propio arte. No se trata de que lo abandoné, es que ya el arte no puede abandonarme a mí. A esto le llamo una obra terminada.

¿Qué particularidad tienen la pintura y el dibujo para que continuamente se anuncie su muerte y su resurrección? 

Me parece intrascendente hablar de la muerte de la pintura o el dibujo. Son métodos que siempre van a estar presentes por su sencillez y eficacia. Aunque la sencillez no implica la facilidad, al contrario.

¿Creas sin pensar en un público, sean amigos, coleccionistas, galeristas…?

Si te digo que no pienso en un público te estaré mintiendo. Hasta querer molestar intencionalmente a un público, es la manera más directa de pensar en él.

Y sí respeto las limitaciones de mis galeristas, bastante ponen en juego.

¿Qué relación mantienes con las otras artes? ¿Cuál es su importancia en tu vida y en tu trabajo?

Gracias a que tuve una formación de doce años en escuelas de arte, siempre estuve rodeado de todo tipo de arte y artistas. Además de mi carrera visual, la música siempre me dio gran placer.

Hoy en día no estoy tan sediento por el arte, si bien me voy de parranda de vez en cuando a tocar música con mis amigos a los bares de mi pequeño pueblo costero. Pero fuera de eso, mi ego ya está muy saciado de cultura y se regocija más en estar cerca de la naturaleza.

¿Qué opinión te merece el mercado del arte y el lugar que ocupa el dinero hoy día en este mundo? ¿Piensas que el mercado orienta la creación?

No estoy a favor ni en contra del mercado. Preferiría una sociedad basada más en el intercambio que en el dinero como aspecto central. Pero el dinero es solo un acuerdo de intercambio, no es un problema en sí. Es interesante ver como la comodidad espiritual resulta la más cara de todas las comodidades.

El ego y el reconocimiento mueven más a la gente que el propio dinero. La energía esta ahí, solo que tiene que ser dirigida en otra dirección, comenzando por los artistas. El estilo de vida de los artistas puede ser un ejemplo social, ya que estamos maldecidos por nuestra alta sensibilidad.

¿Qué tipo de relación tienes con los galeristas?

He trabajado y sigo trabajando con varios galeristas, pero tengo una relación especial con uno de ellos. Trabajo con él desde mis años de estudiante en el Instituto Superior de Arte. Tenemos una relación de amistad muy íntima, y aunque hablamos poco de arte, nos inspiramos el uno al otro como personas, por nuestra manera de ver la vida, que es lo más importante, creo. Gracias a que él ha tomado el riesgo de ser galerista, yo he sobrevivido como artista, muy contento y afortunado de ser ante todo un miembro de su familia.

¿Qué papel le concedes al arte en nuestra sociedad actual? 

Creo que está de más hablar de la importancia social del arte, es evidente.

¿Por qué decidiste exiliarte?

El tipo de arte que estaba haciendo en Cuba, con una visualidad abstracta, no era muy bien apreciado en aquel entonces. No me interesaba hacer ningún tipo de comentario social o político. 

Cuba se me estaba quedando pequeña espiritualmente. Por otro lado, necesitaba un contexto que me aportara como ser humano. Hoy estoy orgulloso y contento de ser cubano y a la vez un ciudadano del mundo.

¿Qué representa Cuba en tu vida y en tu arte?

No creo que visualmente Cuba represente mucho en mi arte, pero sí puedo decir: ¡yo soy Cuba!


Galería


Yunior Mariño – Galería.




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“Soy un artista de constantes cambios. Creo que lo que hago ahora es mejor que lo que hice el año pasado o lo que pinté hace veinte años. Si no cambiara, me aburriría. Mis ideas sobre el arte cambian al leer un buen texto o al visitar un museo o simplemente al ver el Instagram”.





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