#imagengrafológica sobre Infraestudio

#imagengrafológica 2/3 sobre grupos integrados por jóvenes artistas: impresiones desde la grafía de una firma colectiva. Esta vez he seleccionado a Infraestudio.




Los manifiestos artísticos, aunque no son exclusivos de los colectivos de autores, históricamente se han asociado más a estos. ¿Accionan ustedes a partir de un texto de esa índole? ¿Cómo han direccionado su producción?

La producción de Infraestudio ocurre en la intersección de necesidades externas con obsesiones privadas: deseos ajenos y propios. Los encargos generan las partes de un sistema abierto y las obsesiones las engranan. Todo lo que hacemos tiene la ambición de un discurso total hecho de fragmentos. Cada edificio, cada instalación, cada libro es una caminata en círculos sobre las mismas obsesiones. Nada más queda prescrito.



Infraestudio, Casa Gruta (en construcción). Foto por Laurian Ghinitoui.


Las obsesiones crean problemas en lugar de resolverlos. Tienen orígenes biográficos que reaccionan al espíritu de nuestro tiempo; son mezcla de intención y azar. Se alimentan de información, se establecen en la conversación y se manifiestan distintamente en cada obra. Son frágiles, porosas y elásticas. Ponerlas en palabras es un intento de enunciar algo que solo cobra sentido en el proyecto: hacer una arquitectura narrativa, escondernos en el paisaje, ser un perfecto extraño; la ficción es suficiente, menos es suficiente. 



Anadis González (Matanzas, 1994) y Fernando Martirena (Santa Clara, 1992).


Los Manifiestos son frágiles al tiempo. Su seguridad es su única debilidad, tienden a volverse manuales de instrucciones de vida corta. Somos un colectivo de dos buscando ser muchos y ser solo uno. Para cuidarnos de nuestras certidumbres, todo lo que hacemos comienza con una conversación. Teoría y biografía siguen siendo palabras afines.


* Infraestudio: Anadis Gónzalez y Fernando Martirena.




Balada Tropical

#imagengrafológica sobre Balada Tropical

Evelynn Alvarez

“La ceguera de la víctima mitifica la desesperación, la paranoia del verdugo naturaliza la violencia; ambas llevan el lenguaje a un extremo que hace inaccesible la comunicación con el resto de la población necesaria para implementar un cambio. Cuando esa polarización se vuelve rutina, acaba favoreciendo al poder establecido”.





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